Dos días habían pasado desde su presunta muerte, y no había sabido nada de los chicos más allá de la desafortunada muerte de Boyd. Sabía que Derek estaba sufriendo, pero tendría que limitarse a estar al margen de todos si quería que su plan de fingir su muerte resultase.Se dedicó hacer su investigación sobre cierto vampiro que le estaba dando dolores de cabeza, mientras esperaba el momento para volver de entre los muertos. También, lo quisiera o no, tenía que volver a reanudar sus labores como Kara. No podía seguir desafiando a la jefa. Lo que menos necesitaba ahora era estar en conflicto con ella.
Ahora estaba recorriendo las calles de San Diego, observando los autos, las personas, los niños; todos viviendo su vida normal, la mayoría ignorantes del mundo y su maldad.
Pero ¿cómo saber que el hombre simpático al que saludas todos los días puede ser en verdad un psicópata al que le gusta escuchar el llanto de sus víctimas, o saber que la dulce ancianita que vende pan, tiene en su sótano a una decena de niñas listas para venderlas en el mercado negro?
Ese era su trabajo.
Encontrar a esas lacras de la sociedad y desaparecerlas del mundo, sin importar edad, sexo o especie.
El atardecer se estaba alzando en el cielo y ella ya tenía identificados sus objetivos de esa noche. Detestaba su trabajo, pero luego de tantos siglos no había nadie mejor que ella para hacerlo. Había desarrollado una intuición bastante acertada para identificar a posibles objetivos, volviendo su trabajo todavía más sencillo hasta el punto que había perdido la emoción y lo hacía prácticamente de manera automática.
–¿Tienes algo para mí? –preguntó a la persona al otro lado de la línea.
–Depende ¿Quieres ir a cenar? –La rubia rodó los ojos, apoyó el teléfono en su hombro dejando sus manos libres para poderse limpiar la sangre que las teñía.
–Ya no estoy en Beacon Hills.
Tomó de nuevo el aparato y con su otra mano comenzó a tirar de otro de los cuerpos hasta amontonarlo con el resto.
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SIPHON • Teen Wolf
FanficLos que nacimos con esta habilidad siempre fuimos despreciados y tachados como errores que no deberían existir. Las brujas no perdonan, y no tienen piedad contra nosotros por ser diferentes, por necesitar robar de alguien más lo que tuvo que haber e...