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–Ya llevan inconscientes demasiado tiempo. –comentó la banshee.

Isaac, ella y Deaton llevaban más de cuatro horas a la espera que sus amigos despertaran del estado de inconsciencia inducido por el Druida, con la intención de que encontraran la localización del Nemeton.

–¿Seguro que están bien? –preguntó el beta algo nervioso, observando a la cazadora bajo el agua.

–Para nosotros tal vez sean cuatro horas, pero para ellos pueden ser cinco segundos. –respondió pasivo. –No sabemos qué es lo que ellos están experimentando en su subconsciente. Puede que estén librando un acertijo mental y, hasta que no lo resuelvan, no podrán volver.

–La luna llena es hoy ¿qué tal si no despiertan a tiempo? –Inquirió preocupada la rubiofresa.

–Esperemos que no sea este el caso.

–Necesitamos un plan B.

–Lo que necesitamos es ayuda... –volvió a opinar el beta, viendo a la nada.

–Ayuda... –repitió Lydia, saboreando lentamente la palabra entre sus labios, tratando de descifrar lo que ella significaba. Y fue bastante evidente. –Claro, necesitamos ayuda.

Inmediatamente Lydia lleva su mano al colgante que Milla le había obsequiado arrancándolo de un tirón de su cuello.

–¿Qué es eso? –preguntó intrigado, acercándose un poco a la banshee.

–Es un regalo. –Se detuvo unos momentos antes de añadir con pesar. –Milla me lo dio la noche que ella y Boyd murieron. Dijo que lo usara si necesitaba ayuda, que alguien vendría.

Deaton se acercó a Lydia al escucharla, curioso.

–¿Puedo? –preguntó a la banshee, quien sin dudar le tendió el collar. El veterinario comenzó a analizarlo con detalle. –Interesante... –murmuró más para sí mismo, pero de igual forma llamando la atención de ambos adolescentes –¿Ven esto? –Señaló el pequeño dije de plata que colgaba de la tira de cuero. –Hay un gravado ahí que casi no se distingue, pero ahí está ¿logran ver qué es?

Lydia tomó entonces el dije entres sus dedos acercándolo para tratar de apreciar mejor las líneas dibujadas en él.

–Es un árbol.

–Sí, pero no un árbol cualquiera.

–El Nemeton. –concluyó. –Tal vez esto nos pueda decir donde está.

–O llamar a alguien que lo sepa. –añadió el Druida.

Claro que Milla sabría dónde estaba. Dudaba mucho que no lo supiera. Y aun así esa información era inútil. Estando muerta no puede ayudarlos.

Muerta. Extrañamente esas palabras no habían llegado inquietarle. Por alguna razón, saber que su amiga estaba muerta no lo estaban afectando en lo más mínimo. No sentía pena o dolor, por el contrario, se sentía tranquilo y que todo estaba bien con respecta a eso. Algo en su interior le decía que no tenía por qué sufrir en lo más mínimo por saber que ella había muerto y no le permitía sentirse mal por ello.

–¿Y que esperamos? –dijo Isaac ansioso por una nueva señal de esperanza. Viendo de reojo al druida para asegurarse que la mención de la híbrida no lo hubiese afectado.

–Solo hay un problema. –acotó Lydia. –No tengo idea de cómo se usa.

–¿Cómo que no sabes? ¿ella no te lo dijo?

–Dijo que siguiera mi instinto. –respondió encogiéndose de hombros. Al segundo cayendo en la cuenta de algo importante. –Mi instinto de banshee ¡Ella sabía lo que era y nunca me lo dijo! –maldijo por lo bajo a la rubia, ganándose una mala mirada por parte del beta.

–Bueno, Lydia ¿qué dice tu instinto? –interrumpió el moreno al ver que ambos adolescentes estaban por empezar a discutir.

Lydia volvió a centrar su atención en el collar, levantándolo hasta la altura de sus ojos y observando como la plata se balanceaba.

–Nada. –respondió luego de unos segundos, ganándose otra mala mirada de Isaac. –¿Qué? No sé cómo hacerlo. Apenas estoy aceptando esto de ser banshee, no sé cómo funciona.

–Mira el collar. –pide Deaton, invitándola a que tome asiento en el banquillo junto a la mesa. El collar colgando frente a ella desde un pequeño soporte de pruebas. –Concéntrate en él y dime lo primero que piensas del collar.

–Que es feo.

–¿Qué más? –pregunta con tranquilidad, todo lo contrario, al ansioso licántropo junto a él. Deseaba que Lydia lograra abrir su mente. Pasan algunos minutos en completo silencio.

–Esto es inútil –Se vuelve a quejar, apartando la mirada con frustración.

–Concéntrate ¿qué te provoca al verlo?

–La verdad...–lo pensó por un segundo, viendo de soslayo la plata balancearse. –Desde que me lo dio quiero quemarlo –respondió, haciendo una mueca de asco. –Es horrible.

El veterinario se dio la vuelta y comenzó a rebuscar en sus cajones, abriendo y cerrando gavetas. Lydia y Isaac compartieron una mirada confundida hasta que el druida se giró hacia ellos.

–Entonces hazlo. –dijo, tendiéndole un pequeño soplete.

–¿De verdad? –preguntó llena de duda y sorpresa por su petición.

Si llegaba a quemarlo y no funcionaba abrían, no solo perdido la posibilidad encontrar a alquilen que los ayudara, sino también estaría perdiendo el único objeto que le quedaba de su amiga.

Un asentamiento por parte del veterinario fue suficiente para que ella acercara la llama al cuero del collar, escuchando un "¡No espera!" de Isaac que decidió ignorar. Ya era muy tarde para retractarse. Al segundo de hacer el mínimo contacto con el fuego, el cuero se encendió en una pequeña explosión encendiéndose por completo en una llama azulada.

Los tres veían impresionados el danzar de las llamas de ese azul tan brillante que se fue apagando a los pocos minutos, dejando como única evidencia de su existencia el pequeño dije de plata con la deformada y casi imperceptible figura del Nemeton.

–Y... ¿ahora qué? –pregunta el beta hacia el druida.

–Esperar.



<3

Este es solo la introducción para el capítulo final, que por cierto, me está llevando más de lo que pensé. El final va ser largo, posiblemente es el capítulo más largo de todos. Así que téngame un poco de paciencia. Estoy trabajando en él y pronto lo tendrán. 

PD: La pelea final contra Jennifer va a cambiar bastante, pero sin perder los puntos claves de la trama para Scott.

EDITADO.

SIPHON • Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora