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Deaton relajó su expresión al ver la preocupación que demostraba el rostro de la chica

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Deaton relajó su expresión al ver la preocupación que demostraba el rostro de la chica. Le hizo una señal con el dedo para que lo siguiera hasta el consultorio.

–¿A qué te refieres con que te descubrieron? ¿Quién te descubrió?

–Los Alfas, la manada de Deucalion. Saben quién soy. –Comenzó a caminar de un lado a otro, acariciando su anillo como un gesto nervioso. –Dos de ellos me abordaron hoy en la escuela y me invitaron a cenar con ellos y su alfa. Al parecer Deucalion quiere conocerme.

–Espera ¿qué hacías en la escuela?

–Me inscribí. ¡Es no es lo que importa ahora Alan! –exclamó irritada, cansada de dar explicaciones al respecto.

Ahora la rubia se preguntaba qué diablos estaba haciendo ahí, como una niña quien se quejaba de sus problemas ¿De qué le servía decirle nada? El era un humano incapaz de ayudarla o hacer algo que ella no pudiera hacer, con decirle lo único que conseguía era preocuparlo. Desahogarse, no había otra razón y no había mejor persona que él para hacerlo y escuchar su consejo. Pocas cosas que ella ha hecho a lo largo de los siglos la enorgullecían el haber criado a Alan era una de ellas y le agradaba el pensar que creció como un hombre admirable y muy sabio bajo al que ahora podía llamar amigo.

–Bueno. –cedió el moreno a dejar ese tema de lado... por el momento. –Si quieren reunirse contigo, conociendo tu reputación, debe ser porque quieren hacer algún trato o hasta tratar de convencerte de colaborar con lo que sea que estén haciendo en el pueblo. –observó. –También cabe la posibilidad de que sea una emboscada he intente eliminarte. –puntualizó, expresando una indiferencia que en su interior no existía.

–También he pensado en esa probabilidad, pero no me preocupa en lo absoluto. –Paró por fin de moverse dejando su espalda recostada en la pared y cruzando los brazos sobre el pecho.

–Creo que deberías ser más precavida. Una manada de Alfas es una gran amenaza, incluso para ti. Tal vez puedas curarte de una mordida de hombre lobo, pero no quita que no puedan arrancarte la cabeza.

–Agradezco tu preocupación –respondió con aires de sarcasmo. –De hecho, me gustaría ver que lo intentaran. Es más, me estoy planteando seriamente en asistir para matarlos a todos y así no tener que preocuparnos por una futura amenaza.

Eso lo alarmó al punto que la miraba con cierto aire de temor en sus ojos.

Sabía que no debía de sorprenderle esa clase de acciones por parte de la rubia, en algún punto de su crecimiento hasta se había acostumbrado a ese tipo de declaraciones por su parte. Pero pensar que fuese tan temeraria para ir con esas intenciones, sin preocuparse siquiera en ser un poco precavida, lo tenía intranquilo.

A pesar de sus siglos de experiencia él conocía a Deucalion, y sabía lo despiadado y sádico que podía llegar hacer. Sabía lo fuerte y hábil que era como Alfa de una manada común, y ahora como Alfa de Alfas, no se podía ni imaginar hasta qué punto sus ya grandes habilidades se multiplicaron. No era alguien para tomar a la ligera, sin contar que lo respaldaban un número desconocido de Alfas.

Pero Milla era demasiado terca como para escuchar sus advertencias. Con ella tenía que usar otro método de persuasión.

–Creí que estabas tomándote un descanso de todo eso. –Se acomodó metiendo sus manos a los bolsillos de su pantalón.

–Sí, lo sé, pero si la situación lo requiere...

–Y ¿quién dijo que era requerida? –La cortó –Aún no sabemos que hacen aquí o qué es lo que planean ¿Qué amerita tomar una medida tan drástica?

–¿Crees que vinieron por el festival de otoño? –cuestionó sarcástica.

–Eso tú no lo sabes. Creo que sería bueno que fueras a ver que tienen que decir, de una forma pacífica. –La voz del moreno era tan suave y relajante que con solo escucharlo sentías paz.

La rubia volteó los ojos con fastidio al comprender que las intenciones del moreno no eran evitar un conflicto, sino el que permaneciera sin derramar una gota de sangre durante su tiempo en el pueblo, o al menos era eso lo que ella pensaba. Sabía que estaba siendo un poco impulsiva al respecto, pero el que hayan confrontado a Kara la tenía desconcertada.

–De nuevo actúas como si yo fuera la mala. Ellos me buscaron, Alan, no al revés. Yo estaba completamente tranquila con mis vacaciones que, me creas o no, disfruto mucho. No quiero matar a nadie, mucho menos una manada entera ¿sabes cuanta atención atraería eso? No quiero estar en medio de una guerra de licántropos, pero si ellos atacan yo tendré que defenderme y defenderte, si es que te vez implicado.

–No necesitas cuidarme, ya soy un adulto.

–Lo sé, sé muy bien que puedes defenderte. Solo... solo no quiero involucrarme.

–Me parece perfecto, aunque creo que te estas yendo a un extremo. –El sonido de un teléfono de fondo interrumpió al moreno.Metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó su celular. Al ver el identificador de llamadas, levanto la vista hacia la rubia y le hizo un gesto con la mano para que esperase. –¿Sí?

Deaton, hola. Tenemos un pequeño problema. –Milla escuchaba perfectamente que la persona detrás de la otra línea era su compañero de clase y amigo de Stiles, Scott McCall.

–Dime que necesitas. –preguntó sereno mientras veía a la rubia frente a él quien lo miraba con cierto interés, sentada en posición de indio sobre la mesa de metal.

¿Sabes cómo recuperar recuerdos?... Verás, creemos que Isaac encontró a Erica y a Boyd, pero borraron su memoria y tenemos hasta mañana en la noche para encontrarlos antes de que los maten. –La sorpresa pasó rápidamente entre ambos oyentes. Milla rodó los ojos al ver la suplica en la mirada que Deaton le daba. –¿Deaton?... ¿sigues ahí?

–Te llamó en un momento, Scott. –colgó.

–Entonces, Scott McCall es tu cachorro. –comentó la rubia. Ahora daba por hecho que Stiles era conocedor de todo ese mundo, teniendo como amigos a un beta y una banshee. Con lo listo y deductivo que era, dudaba que siguiera siendo un secreto para él. –Y la respuesta es no. No, no no y no. –contestó a la pregunta no formulada.

–Necesitan ayuda. La vida de dos adolescentes está en juego.

–¿Qué fue lo que dije hace menos de cinco minutos? No pienso meterme Alan. Y no pienso dar a conocer mi naturaleza sobrenatural ante más personas, suficiente tengo con los perros que intentan sobornarme. –Bajó de la mesa de un salto, tomó su mochila del suelo y se la acomodó sobre el hombro.

–¿Y qué sugieres que haga? –Seguía con la mirada a la chica que se dirigía a la puerta.

–Sabes exactamente qué hacer. Estando yo aquí es que quieres tomar el camino fácil.

–El camino sin dolor y sin riesgo de muerte. –Rectificó él.

–Nos vemos Alan. No quiero estar aquí cuando lleguen, solo mantenme informada. –Se despidió y salió por la puerta.

Al estar solo, el moreno suspiró y sacó nuevamente su teléfono de su bolsillo para llamarle al chico que al primer toque contestó.

–Conozco una manera de hacerlo, pero no es nada grata. –informó el veterinario.

Lo que sea.

–Necesito hielo, mucho hielo.



<3

EDITADO

SIPHON • Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora