『↺Capitulo IX』(2)

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Minho bajó del taxi a tropezones, mirandola dirección anotada en el papel, escuchando a Changbin agradeciendo al taxista en un torpe chino que aprendió sin muchas ganas en el colegio, para luego mirar la entrada del edificio

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Minho bajó del taxi a tropezones, mirandola dirección anotada en el papel, escuchando a Changbin agradeciendo al taxista en un torpe chino que aprendió sin muchas ganas en el colegio, para luego mirar la entrada del edificio.

La calle estaba algo vacía, comprensible por la situación del país, y miró de reojo a Félix que le tomó la mano para impedirle salir corriendo. Miró su celular, titubeando si enviarle algún mensaje a Jungkook para avisarle dónde estaban, para luego sacudir su cabeza.

─Vamos ─le dijo a Felix y Changbin, éste último detrás de él con una expresión dulce.

Entraron al edificio, notando enseguida que no había ningún conserje detrás del mesón principal, pero lo agradecieron en el fondo porque preferían ahorrarse las explicaciones. La construcción se encontraba dentro de un término medio: ni demasiado lujosa ni tristemente pobre.

Contaba con siete pisos, pero el departamento de JiMin era el 305, así que decidieron subir a pie.

Notaron también, cuando estuvieron en el segundo piso, que muchos departamentos estaban abandonados gracias a las puertas abiertas o destrozadas, y tragaron saliva, nerviosos.

No fue ninguna sorpresa ver que el departamento que su mamá había marcado como el suyo tenía la puerta rota, colgando sólo de una bisagra, así que Minho mordió su labio inferior cuando entró seguido de Changbin y Felix.

Percibió, a primera vista, que era pequeño: el comedor estaba unido a una cocina americana y un pasillo con tres puertas, adivinando que dos de ellas debían ser cuartos y la tercera el baño.

Por otro lado, no estaba ordenado, notando que la policía estuvo allí por todo el desorden existente en el lugar; los cojines se hallaban esparcidos por el suelo junto con los libros, el suelo de la cocina estaba repleto de ollas y paños, las sillas estaban volteadas y los cajones destrozados.

Cuando entró, sin embargo, se quedó quieto.

Un olor familiar llegó a su nariz, un olor que reconoció pero había desaparecido de su mente. Sus pies se movieron automáticamente, ignorando el susurro de Changbin, y abrió la puerta del fondo del pasillo, entrando a un cuarto con el mismo aspecto del comedor en cuanto a orden.

Sus ojos se movieron, posándose en una cama de dos plazas, y un gimoteo bajo escapó de sus labios, sin dudar en trepar sobre las sábanas para enterrar su rostro en la almohada.

Mamá, mamá, mamá..., murmuró su instinto, el olor suave, como pino y césped, inundando sus fosas nasales, su lado alfa gruñendo con felicidad al reconocer el toque.

La felicidad fue efímera: distinguió otro olor en la almohada del lado, y el resultado no le gustó demasiado.

Alfa.

Gruñó, furioso con esa inexistente presencia para alejar la almohada de JiMin, abrazándola contra su pecho mientras dejaba que el olor lo envolviera, como si esa simple cosa pudiera protegerlo de todo lo malo en el mundo.

𝓨𝓾𝓪𝓷𝓯𝓮𝓷  『Kookmin』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora