Sueños (Dr. Strange)

¡Un fantasma!

2 meses después.

El frio siempre le había gustado, sobre todo aquel que iba acompañado de un día lluvioso, una buena taza de chocolate caliente y un maratón de películas. Pero este frio era diferente, podía comparar la sensación con los días que su madre le arrebataba las cobijas con la intención de despertarla para ir al colegio. Esa sensación de estar desprotegida y a merced de cualquier mal recorría todo su ser, calando sus huesos. Camila mordió su labio y cubrió su cuerpo desnudo con sus brazos, intentando obtener algo de calor.

Se sorprendió al notar que las quemaduras ya no estaban, mucho menos el dolor que estás provocaba. Miró sus pies, descubriendo que no alcanzaban a tocar la superficie acuosa, estaba flotando en el vacío inminente.

La respuesta llegó como un susurro, una voz femenina que carecía de emoción alguna. Camila siguió la voz de manera involuntaria, llevada por un cuerpo del que no tenía control alguno. Mientras más se acercaba, más escalofríos la recorrían.

El miedo se acrecentó al ver una figura de espaldas, vestía una larga capa negra y en su mano portaba una guadaña.

-Camila Daín- pronunció la mujer.

El frio era casi insoportable para la castaña- S...i- dijo tiritando- ¿Quién... eres?

No hizo falta una respuesta oral cuando la figura giro para ver a Camila. La muerte sonrió, o hizo el intento sonreír con su rostro esquelético. Camila guardó la calma, el frio había desaparecido y el miedo parecía no estar presente- Eras tú- murmuró recordando aquel momento en que murió y vio a su padre tomarla en brazos.

-Las personas necesitan un conforte familiar para atravesar el umbral- explicó la señora muerte.

-¿Y porque estoy aquí?- preguntó Camila- yo... no lo comprendo.

-Se te ha conseguido otra oportunidad. Volverás... a la vida- la muerte acarició la mejilla de la joven.

De pronto, Camila dejo de flotar, sus pies tocaron el agua del lugar, su cuerpo retomó el control y su desnudez fue cubierta por un vestido blanco. A su vez, todas las emociones fueron vertidas en ella, junto con el puñado de recuerdos que su mente había comenzado a borrar. Sonrió y no pudo evitar llorar de felicidad, volvería a ver de nuevo a su familia, a sus amigos, a Stephen... vería crecer a su bebé.

La muerte pareció notarlo- Solo tú volverás.

Camila la miro asustada, ¿Qué quería decir con eso? - ¿Qué hay de mi hijo? - cuestionó llevando las manos a su vientre.

-La vida de tu hijo a cambio de la tuya, ese fue el trato- soltó la muerte despreocupada.

-Yo no hice ningún trato- reclamó la castaña.

-No hace falta, alguien más lo hizo por ti- la muerte no dijo nada más, dio la vuelta dispuesta a irse.

Camila no pensaba quedarse así, necesitaba respuestas, y poco le importaba en ese momento que fuera la muerte misma a quien debía enfrentar. Corrió con todas sus fuerzas en vano. Justo en el momento en que creía alcanzarla, la muerte golpeó su guadaña, haciendo caer a la joven en un vórtice.

Camila apretó su estómago en un intento por controlar la horrible sensación. Sus gritos hacían eco y por su mente pasaban cientos de recuerdos, sin embargo, uno de ellos no le pertenecía; era de la señora muerte.

Sus gritos cesaron al ver a Stephen cargando un niño regordete de cabellos oscuros. Camila lo supo al instante, ese bebé era la representación de lo que pudo ser su hijo, y Stephen parecía saberlo también, por lo cual tuvo un gran desconcierto al escucharlo a aceptar un trato.