He venido a negociar

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(Antes que nada debo agradecer a karlita963 por el hermoso dibujo que realizo, te quedo hermoso) 

(Antes que nada debo agradecer a karlita963 por el hermoso dibujo que realizo, te quedo hermoso) 

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(Espero puedan escuchar la canción: "Todavía" de Matisse

El color naranja era predominante en el paisaje, como si un incendio hubiera dejado rastro en todo aquel lugar, sin embargo, el aire no era sofocante. A los lejos, Stephen logró visualizar una construcción antigua parecida a un torii, un arco tradicional japonés. Y ahí, dos siluetas se encontraban.

Caminó lentamente, tanteando el terreno, intentando ver más allá de lo que sus ojos le permitían. De pronto se detuvo, solo para echar a correr al ver que una de las figuras era Camila. Sí, era ella y a su lado Natasha la tomba de la mano. Corrió aun cuando las piernas le dolían y el corazón le latía a mil por hora, corrió porque quería llegar a ella, abrazarla, besarla y no soltarla nunca.

Diez metros, cinco metros, un metro, y eso fue a lo único que pudo llegar el hechicero. Parecía que una barrera invisible se interponía entre ellos.

-¡Cami!, ¡Cami!- gritó Stephen desesperado.

Ella no parecía escucharlo ni verlo, era como si Stephen no estuviera ahí.

-¿Así que ganamos?- preguntó Natasha.

-Sí- Camila miró con ternura a su amiga- ojalá estuvieras ahí.

-Tú deberías estar ahí- corrigió Natasha con tristeza.

-Prometimos hacer lo necesario para ganar.

La pelirroja asintió- ¿Aun estás asustada?

-No- respondió Camila con seguridad- tengo a la mejor amiga a mi lado. Y algún día, muy pero muy lejano, espero volver a verlos.

Stephen golpeó la barrera, podía escuchar todo, pero ellas no. La desesperación aumento cuando ambas comenzaron a alejarse.

-No, no, ¡no te vayas! - gritó el hechicero- no me dejes solo... te amo.

Camila se detuvo y giro con una gran sonrisa. Las quemaduras en su cuerpo habían desaparecido. -Yo también te amo y ... estaremos bien- dijo tocando su vientre.

Stephen abrió los ojos. Con pesar se dio cuenta de que el sueño no se alejaba del todo a su realidad; ella de verdad no estaba, ella se había ido. Cerró los ojos una vez más solo para recordar la sonrisa de Camila. Bajo de la cama y miro con recelo el sobre que reposaba en el buró.

Seis meses habían pasado desde el incidente con las gemas, seis meses que Camila murió y Stephen aun no tenía las fuerzas para leer la carta.

Se dio una ducha rápida y bajo a la planta baja del santuario. Ahí, lo primero que hizo fue servirse un poco de vodka y tomar del frigorífico una rebanada de pizza. Caminó con lentitud disfrutando el ardor en la garganta que el alcohol le provocaba; era mucho mejor que la opresión en el pecho.

Sueños (Dr. Strange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora