-FUEGO FATUO-

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Cuando la noche cayó Madeleine y Bastet se vistieron con caperuzas de tela oscura, previnieron su salida por la parte trasera de su casa para no ser vistas por alguien de la comunidad y se sumergieron en el oscuro bosque que se tintaba de niebla y...

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Cuando la noche cayó Madeleine y Bastet se vistieron con caperuzas de tela oscura, previnieron su salida por la parte trasera de su casa para no ser vistas por alguien de la comunidad y se sumergieron en el oscuro bosque que se tintaba de niebla y reflejos de luna llena. Desde el primer momento en que Bastet pisó la tierra del bosque sintió que respiraba al fin, justo como hace años no respiraba, ese delicioso aroma a pino, tierra mojada y los relajantes sonidos de la noche como búhos y cuervos, pero su sonido favorito era el del viento filtrándose por los árboles que la rodeaban, a muchos hubiera podido aterrarles el estar en el bosque en la madrugada, pero a ellas no, estaban en su ambiente y estaban más cómodas ahí que hasta en su misma casa.

— ¿Y si después de todo ya no está? Digo... esas criaturas deben ser muy libres...—comentó Bastet sin parar de caminar de tras de su madre, los vestidos que usaban eran un poco incómodos por el corset, pero eso definitivamente no haría que se detuvieran.

—Él mismo me pidió que te trajera, ten paciencia. — respondió y de un momento a otro se detuvo haciendo que Bastet chocara en su espalda. —Mira... en ese claro... ¿puedes verlo?—Madeleine le señaló un punto fijo, cuando Bastet enfocó su mirada observó como una bola de fuego violeta rondaba los alrededores. —ven... debe estarnos esperando. — tomó su mano y ambas caminaron hasta él. Y cuando al fin llegaron frente al claro la bola de fuego  se detuvo y comenzó a flotar hasta ellas.

—Eres tú... —dijo una voz profunda, varonil y etérea haciendo eco por los alrededores del bosque, los ojos de Bastet se tintaron en un color verde brillante y comenzó a sentirse atraída por aquel fuego fatuo. —tu danzabas y cantabas canciones en este mismo claro...

—Tan solo era una niña... —le respondió maravillada con el aspecto del ser.

—Tu voz era lo único que me sacaba que me sacaba de mi letargo, ser un fuego fatuo es como si siempre estuvieras cansado, en calma sin poder hacer absolutamente nada de tu vida y tu mi niña te alejaste...—logró decirle con una voz llena de paz y cansancio haciendo que Bastet bajara la mirada.

—Fue necesario, en mi mundo comenzaban a darse cuenta de mi condición de bruja, tuve que alejarme de todo, pero jamás pensé que tú me escucharas.

—Mi nombre es Eros y partir de hoy seré tu espíritu guía, tu familiar...

—Veo que no me estás dando elección.

—porque no la tienes, pronto deberás afrontar varias situaciones difíciles... y yo debo de protegerte...

— ¿de qué situaciones difíciles hablas?

—debes descubrirlas tu misma, mi deber es protegerte... ahora no podré hablar jamás contigo, seré un animal pero siempre al pendiente de ti. —susurró y el fuego fatuo comenzó a brillar más de lo normal, hasta el punto de cejar la visión de Bastet y Madeleine, y para cuando la luz cesó un maullido fino rompió el sonido del silencioso bosque, aquel fuego fatuo ahora era un gato negro con unos maravillosos ojos verdes, él caminó hasta Bastet y se restregó en su pierna ronroneando.

EROS: Ronronea y hechizameDonde viven las historias. Descúbrelo ahora