En el año 1692 no importaba que tan bueno fueras, si eras excéntrico, impertinente o simplemente... si eras mujer terminarías en la hoguera considerada una bruja. Pero Bastet Krentz no tenía que fingirlo, ¡ella era una bruja! y después de ser exp...
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Después de saber lo que tenían que hacer Bastet y Eros siguieron su entrenamiento mágico, habían recorrido ya varias prácticas como escudos de energía, conjuros de protección y ataque, y con esos dos les bastó para entrenar atacándose entre ellos, algunos árboles salían heridos pero no importaba ya que Eros conocía una muy buena variedad he hechizos para repararles.
Bastet había demostrado ser una hechicera nata, sus habilidades le permitían repeler todas las formas posibles de emboscadas que provenían de Eros quien no le tenía ni una pizca de piedad.
—No puedes esconderte para siempre — le dijo Eros buscándola por el bosque, mientras que Bastet se escondía de tras de un árbol para retomar fuerzas al tiempo que él seguía lanzando hechizos sin piedad alguna.
— ¡No me estoy escondiendo gato! ¡Estoy tomando aire para después golpearte!—le gritó desde un extremo y corrió a otro árbol, pero Eros logró ver la capa roja de Bastet que contrastaba perfectamente para poder atacarla, ella unió sus manos cuando lo miró por el rabillo del ojo dispuesta a atacarlo, pero al querer verlo de nuevo él ya no estaba ahí, lo único que escuchó fue su voz a la lejanía conjurando...
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Y Eros viajó a la velocidad de la luz hasta quedar frente a frente de Bastet, ella se sorprendió al tenerlo a centímetros de ella.
— ¿Cómo fue que lograste hacer eso? ¿Es por el gen minino?
—Se le llama velocidad de estela, y es un hechizo de varios que suplanta tus habilidades comunes, este específicamente aumenta tu velocidad. —Bastet admiró su sabiduría y sonrojada bajó la mirada, tampoco quería seguir tocando el tema de la tan apresurada boda que Merlín estaba organizando, no quería verse urgida por la idea de que de pronto se casaría con un hombre muy apuesto que... por cierto acababa de conocer, en el fondo sabía que todo iba muy rápido, se sentía un poco incomoda, pero también era cierto que había una fuerza extraña que le pedía estar cerca de él.
— ¿Qué es lo que piensas tanto?— preguntó Eros al verla absorta en sus pensamientos, Bastet parpadeó varias veces y sonrió.
— ¿Para serte honesta? Pensaba que todo va muy rápido, ya sabes...