En el año 1692 no importaba que tan bueno fueras, si eras excéntrico, impertinente o simplemente... si eras mujer terminarías en la hoguera considerada una bruja. Pero Bastet Krentz no tenía que fingirlo, ¡ella era una bruja! y después de ser exp...
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Después de que Bastet se bañara salió feliz y se le ocurrió un conjuro para tener ropa, por varios minutos lo intentó pero nada pasaba, pero ella no era la clase de chica que se rendía fácil, ¡no, señor! Ella lo intentaba una y otra vez, probó varias palabras distintas en Latín y después de concentrarse respiró hondo y miró la capa que Eros le había regalado, otra idea se le cruzó en su camino y sonrió.
—Maldita sea, Eros, tengo una increíble lluvia de ideas, debo centrarme en solo una; la ropa... si primero esa y luego la capa. —El gato solo la miraba, claro que si pudiera hablar todo sería diferente, le diría que sin duda debería de seguir su instinto para poder continuar, pero mientras estaba maravillado ya que jamás había conocido a una hechicera tan inteligente. — ¡lo tengo! Lo resolví... sin duda el conjuro es...— Bastet juntó sus manos creando una esfera de energía y conjuró fuerte y claro...
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De repente se rodeó de aquella esfera violeta que había hecho con facilidad y una gran luz cegó a Eros quien la miró preocupado pensando que tal vez se había hecho daño al intentarlo hacer, pero... no, cuando la luz cesó ahora Bastet vestía un fabuloso vestido rojo, ahora parecía una princesa perdida en un bosque, su cabello era demasiado largo pero no se veía mal, de hecho le daba un toque salvaje a ese vestido tan fino.
— ¡Lo hice! ¿Qué tal me veo Eros?— le preguntó posando al tiempo que giraba mirando como su vestido tomaba vuelo, su risa era un sonido extraño en el bosque perdido y le sentaba a la perfección después de tanta oscuridad. — entraré a la cabaña para anotar el hechizo, será el primer hechizo que escriba yo misma en el libro de las sombras, ¿te das cuenta? No necesito comprar ropa, ahora puedo usar la que quiera y a mi medida, mamá estaría orgullosa de mí. —Bastet entró a la cabaña y comenzó a escribir emocionada, dibujó el vestido que ahora tenía con todo lujo de detalle, y después lo cerró abrazándolo. —Eros solo la seguía a cada paso que ella daba y la observaba con insistencia para que ella le hablara, hacía varias décadas que ningún humano le dirigía la palabra y ahora tal vez era un gato, pero el serlo ya era ganancia, y mientras Eros estaba perdido en sus pensamientos Bastet lo cargó y lo posó sobre sus piernas. —No creas que se me ha olvidado lo que haremos esta noche, ahora que estoy inspirada podremos planear tu transformación, debemos aprovechar que esta noche habrá luna llena, así que debemos encontrar algo que a los gatos les guste para el hechizo... ¿pescado tal vez? — Y a preguntarle Eros bufó desaprobándolo— muy bien, no será pescado... ¿pero si no es pescado que será?
