Bajo la tenue brisa de la llovizna nocturna habitaban todos aquellos residentes de Salem, siempre caminando de un lado otro, intentando buscar una explicación a todo lo inexplicable... y si no le encontraban una razón de ser... siempre era obra de satán, no importaba que tan bueno eras, si eras excéntrico, impertinente o simplemente... si eras mujer, terminarías en la hoguera considerada una bruja. En 1692 cualquier cosa te pondría bajo la mirada de todos.
Y mientras todas la mujeres de Salem se esforzaban por ocultar cualquier falsa sospecha y evitar la hoguera; solamente una de todas no negaba su procedencia... Bastet. Como cualquier chica creció en una familia llena de amor, su madre jamás le ocultó su verdadera naturaleza y su padre siempre hizo todo lo posible por evitar que los líderes de Salem se enterasen, los tres fingían ante todo el pueblo ser una dulce familia cuando en realidad... eran hechiceros de otro plano.
Mientras más crecía más belleza y más atención ganaba, Bastet siempre había tenido una personalidad única, a ella no le importaba ir a misa todos los domingos, le importaba conocer la receta para poder crear una flor desde su más pura composición, sus intereses eran tan únicos y originales que no podía evitar ser simplemente ella, ella leyendo, ella cantando en el bosque más cercano o simplemente ella queriendo educarse sobre todo lo que la rodeaba, pero su belleza y su carisma fueron su maldición, nadie quería estar cerca de ella, todos contaban chismes sobre cosas absurdas, algo que sin duda le rompió el corazón, pues su sueño más grande era poder encontrar al amor de su vida, y con todo lo que comenzaba a ocurrirle sería casi imposible, así que decidió ocultar su curiosidad por la vida y por la hechicería y para salvar a sus padres de un cruel destino calló esa parte importante de ella.
Varios años pasaron y al cumplir los veinte años de edad se cansó de no poder ser ella misma, tener que fingir para ser aceptada era una maldición. Cansada entró a su casa, la última de toda la comunidad, y se sentó en una parte del comedor mientras su madre la miraba con una sonrisa de lado.
— ¿Qué tal los estudios bíblicos?— preguntó a sabiendas de que ella los odiaba.
—Lo mismo de siempre, ya me sé la biblia de memoria madre, al derecho y al revés, he sido paciente, necesito ir al bosque...
—Bastet no, ya hemos hablado de esto hija, sé que tu magia pide salir a gritos, pero mientras tu padre no vuelva del Bosque perdido no podremos hacer nada, —explicó Madeleine y se sentó a su lado dándose cuenta que había hablado demasiado.
— ¿El bosque perdido? ¿Qué es eso madre?— le cuestionó y Madeleine soltó un suspiro pesado por lo que estaba a punto de explicarle, pero antes se paró decidida y cerró todas sus cortinas, cerró la puerta y las ventanas con llave y regresó a su lado.
—Escucha... nuestro verdadero hogar está en El bosque perdido, un lugar lleno personas mágicas como nosotros, donde las criaturas pueden ser libres y no temer a morir por ser quien son, tu padre cometió el error de pelear con otro hechicero que por cierto es muy poderoso, su nombre es Merlín, él se enfadó tanto que reprimió la magia de tu padre, y la única forma en que nosotras podamos estar con él... es esperar a que él mismo abra un portal a nuestro hogar en El bosque perdido.
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EROS: Ronronea y hechizame
RomansaEn el año 1692 no importaba que tan bueno fueras, si eras excéntrico, impertinente o simplemente... si eras mujer terminarías en la hoguera considerada una bruja. Pero Bastet Krentz no tenía que fingirlo, ¡ella era una bruja! y después de ser exp...