Cuando el sonido de las aves de la mañana despertó a Bastet por alguna razón pensó que todo lo que había pasado en la noche solamente había sido un simple sueño, pero al abrir los ojos y observar el techo de la cabaña... todo regresó a su mente, se sentó de golpe, giró lentamente su cara y se ruborizó al máximo al ver a Eros aun dormido, la sabana solamente tapaba la mitad de su cuerpo y su dorso desnudo estaba a la vista de Bastet quien a pesar de querer pensar claramente no podía.
— ¿Pero qué fue lo que hice?— susurró peinando su larga cabellera despacio y la voz de Eros la interrumpió.
—Me besaste muchas veces... —dijo aun con los ojos cerrados y luego los abrió para mirarla, ella estaba sonrojada así que se paró de la cama y tras darse cuenta de que estaba desnuda pegó un gran grito que hizo reír a Eros. —Te preocupas ahora ya que te vi así toda la madrugada. — le regaló un guiño mientras ella tomaba la sabana y se enrollaba con ella.
—oye gato... digo... Eros, como sea, escucha... ¿vamos muy rápido no crees? Esto no debió pasar, tal vez me dejé llevar un poco... pero...
— ¿te dejaste llevar un poco? Yo creo que te entregaste a mí completamente, sé que es complicado para ti puesto que soy el primer hombre en tu vida y te sientes intimidada y te da pena admitirlo, pero oye... no hicimos nada malo, pasó y ya y créeme... fue la mejor noche de mi vida. —todo esto se lo dijo parándose y tomó su mano para besar sus nudillos, ella lo miraba hacía arriba admirando esa extraña belleza que él tenía, algo misterioso, era de ese tipo de hombre que podría caerle bien a todos, de esos que nacieron con carisma integrada.
—No vuelvas a decir que eres el primer hombre de mi vida, es... vergonzoso.
—Si lo digo solo cuando estamos solos no tiene por qué serlo— acarició su mejilla y le dio un beso rápido en la punta de su nariz. —Ahora dulce niña... debes cambiarte mientras salgo a buscar algo para el desayuno, después empezaremos con tus lecciones de magia. — la miró y soltó su mano con dulzura.
Para cuando Eros se vistió y salió de su cabaña estaba plenamente feliz, era extraño ser un hombre de nuevo y no mentía cuando decía que Bastet le había dado la mejor noche de su vida, había tenido muchas novias hechiceras, pero ninguna tan inteligente y divina como Bastet, quería impresionarla y hacer que confiara en él, así que con toda su energía recargada abrió un portal pero antes caminó a la parte trasera de la cabaña y sacó una bolsa que tenía escondida llena de oro, su pequeña fortuna, ya que era difícil que un hechicero ganara de su trabajo, lo tomó y se dirigió a la ciudad más cercana dentro del bosque perdido; Victoria Ville, un lugar donde encontrarías absolutamente todo lo que necesitaras, así fueras un unicornio, una hada, vampiro, Lycan o hechicero en el caso de Eros. Podría compararse con la ciudad de Londres de los mortales, días grises y mucha gente vendiendo sus productos y servicios.
Eros sabía que en cuanto lo otras personas lo vieran llamaría la atención, ya que la última vez que estuvo en Victoria Ville la gente sabía que él ya estaba sentenciado a ser un fuego fatuo, pero ahora que ya había cumplido la condena no tendría de que preocuparse, ¿cierto? Tranquilo observando cuanto había cambiado la ciudad se detuvo en una tienda de víveres, al parecer la gente no lo reconocía, y quien sabe, con suerte tal vez todos lo habían olvidado.
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EROS: Ronronea y hechizame
RomanceEn el año 1692 no importaba que tan bueno fueras, si eras excéntrico, impertinente o simplemente... si eras mujer terminarías en la hoguera considerada una bruja. Pero Bastet Krentz no tenía que fingirlo, ¡ella era una bruja! y después de ser exp...