~M~
Mi cabeza era un complot, ideando algún plan para poder escapar de esta pesadilla a la que mi madre me había metido. Pero por más que tratará no podría tener un plan bien elaborado hasta que no conozca al enemigo.
Mi madre parloteaba sobre los reinos que vendrían para pedir mi mano, hablaba de cómo tenía que comportarme recordándome todas las reglas de cómo ser una princesa perfecta, sin embargo yo no le prestaba mucha atención, me sabía esas reglas de memoria y sin comenzaba a recordarlas solo provocaría ponerme de más mal humor.
-... Y te digo todo esto porque la primera impresión es lo más importante- terminó mi madre mirándome con una radiante sonrisa.
-¿Primera impresión?- pregunté y su sonrisa se borró.
-Si Mérida, los tres reinos vecinos no tardan en llegar y hoy tendrás una hora con cada uno de tus pretendientes, para que se conozcan un poco antes de la competencia por tú mano- volvió a repetir un poco irritada.
-¿Competencia?- abrí enormemente mis ojos al escuchar aquella palabra.
-Si, la princesa decidirá a que prueba se someterán los competidores para probar que son dignos de obtener tú mano.
¡Pum! Ya lo tenía, no podía ser más feliz en ese instante. La salida a mi pesadilla había llegado a mi y no pude evitar que se me escapara una gran sonrisa en mi rostro. Era lo mejor que había escuchado en estas dos últimas horas, yo podía elegir a que prueba se someterían y ya tenía la respuesta. Si. Arquería. Y hoy conocería a mis contrincantes, vería las habilidades de aquellos príncipes, vería sus debilidades. Oh cielos quería saltar y gritar de felicidad. No podía creer en todo esto.
Para mi suerte mi madre no se dio cuenta de mi grande sonrisa ya que se había volteado para ir al comedor a reunirse con mi padre y mis hermanos para desayunar juntos en espera de los reyes que venían con sus hijos.
El desayuno pasó muy rápido, no recordaba si mis padres hablaron en la mesa o si mis hermanos habían hecho de las suyas para conseguir pastelillos o algún otro postre que no les habían traído. De un momento a otro yo me encontraba sola en el gran comedor a la espera de mí madre quien había desaparecido hacía ya un tiempo, con todavía algunas moras en mi plato esperando ser ingeridas.
-¡Mérida! Ya han llegado levántate de ahí ahora, no puedes llegar tarde lo sabes- mi mamá me estaba reprochando todo el camino hacia la sala real en donde ya se encontraban mi padre en su gran trono de lino blanco y mis hermanos en tronos más pequeños. Llegamos a nuestros respectivos lugares y un guardia comenzó a anunciar la llegada de las reyes.
-Saluden a la familia Mackguffin, reyes del reino sur, el rey Philipe Mackguffin y el príncipe Call Mackguffin.
Las grandes puertas se abrieron dejando paso a un señor de baja estatura y sobrepeso con ropas de seda y gran joyería, aquel era el rey Philipe, y a su lado un joven delgado y despistado vestido con las mismas ropas costosas que su padre portaba, ambas de color anaranjado, pues su reino era conocido como el reino de fuego, ya que poseían grandes volcanes la mayoría de ellos estaban desactivados y grandes fuentes de oro debajo de estos.
-Muy buenas tardes sus majestades- habló el rey haciendo una reverencia a lo que su hijo imitó.
-Bienvenido Philipe, nos honra tenerte hoy aquí con nosotros- habló mi madre con delicadeza.
-El honor es nuestro mi lady- nuevamente habló el rey e hizo otra reverencia y se colocó del lado derecho para dar paso a la siguiente familia.
-Saluden a la familia Macintosh, reyes del reino este, el rey Louis Macintosh y su hijo el príncipe Sairus Macintosh.
Por las enormes puertas entraron un señor de complexión robusta y estatura promedio con la cara en alto, portaba una gran túnica de color amarillo con muchos adornos con pedrería al rededor, y a su lado su hijo un joven alto e igual que su padre de complexión robusta, vestía las mismas ropas que su padre pero a diferencia de su padre pude notar que estaba algo nervioso. Los reyes del este eran conocidos por su grande y abundante fauna y flora en todo su territorio y un enorme suministro de oro.
Hicieron una reverencia antes de hablar.
-Es un gusto volver a verlos mis queridos amigos- sonrío el rey Louis.
-Nos es grato tenerlos a ustedes aquí en Dumbroch y nos honra mucho el que hayan aceptado nuestra invitación- esta vez habló mi padre con una gran sonrisa en la cara.
El rey y su hijo sonrieron y volvieron a hacer una reverencia y se posicionaron a lado de los Mackguffin.
-Saluden a la familia Wiselton, Reyes del reino oeste, el rey Eriksson Wiselton y su hijo el príncipe Josh Wiselton.
Ellos eran los últimos, por las enormes puertas entró un señor algo avanzado en edad con ropas finas de color verde, color que me recordó por unos pequeños segundos aquellos lindos ojos esmeralda que jamás había visto y que me habían dejado cautivada, probablemente la próxima vez que tenga mi día libre pueda que lo valla a buscar... no, eso suena raro.
-Queremos agradecerles a ustedes amigos que han aceptado venir a competir la mano de mi hija- mi madre estaba dando ya las palabras de bienvenida, sacudí levemente mi cabeza sorprendida un poco de que no había puesto atención a la presentación del último reino, no creía que hubiera pasado mucho tiempo pensando en aquel verde esmeralda- ...Y como saben la princesa es quien decide la prueba para que nuestros príncipes sean dignos de ganar su mano.
-¡Arquería!- grité, con temor de que también se me pasara la oportunidad de elegir y mi plan a cabo llevar. Mi madre me miró con reproche mientras que todos los presentes en la sala me miraban algo asombrados por mi repentino turno de palabra. No me había dado cuenta que había incluso saltado de mi lugar así que me senté más tranquilamente y volví a repetir- Yo elijo arquería.
Se hizo un silencio sepulcral durante unos segundos.
-¡La princesa ha decidido! La competencia por su mano será el hombre que logre dar al centro o lo más cerca, sólo tendrán una sola flecha lo que significa que tendrán solo una oportunidad- habló con voz firme otro guardia.
Todos asintieron y fueron llevados a sus respectivas recámaras que las sirvientas habían preparado, para que pudieran descansar y ducharse un rato en lo que otros sirvientes se encargaban en preparar la prueba.
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Mericcup:¿Me amas?
RomanceEl amor no elige personas, elige corazones. La princesa Mérida Dumbroch está obligada a casarse con un príncipe heredero de otras tierras para formar alianzas. Pero ella todavía no está lista, ella solo quiere ser libre, cabalgar en el bosque tiran...