~M~
Había entrado a cada una de las habitaciones de los príncipes antes de la competencia para tener una idea a lo que me iba a enfrentar, pues aunque los haya visto en la bienvenida y notado alguna que otra cosa no quería dejarme llevar por la "primera impresión".
Me sentía como un león que está calculando a su presa, escondiéndose sigilosamente entre la sabana y acercándose lentamente para atacar cuando esté distraída, así me sentía yo, cada segundo que pasaba conversando con los tres príncipes concursantes por mi mano, haciendo las mismas preguntas y sonriéndoles para no traer sospechas. ¿Practicas algún deporte? ¿Pasatiempo favorito? ¿Entrenas por si algún día tu reino es invadido? ¿Porqué quisieras ganar mi mano? Eso era lo único que me interesaba saber sobre aquellos jóvenes.
Sentada sobre mi silla real esperando a los últimos detalles para comenzar la competencia repetía mentalmente las respuestas de cada uno. El príncipe Mackguffin era delgado, cabello rubio y la mirada perdida siempre en el horizonte, le gustaba salir a cazar y atrapar mariposas, su pasatiempo era buscar la manera de poder volar como aquellas mariposas que atrapaba de vez en cuando, le pesan todas las armas y es por eso que él cuando se va cazad hace sus propias armas echas de ramas lo suficiente ligeras pero letales para atrapar al animal y no le intereso en absoluto, ni si quiera recuerda cuál es mi nombre y ah, no soy su tipo. Luego está el príncipe Macintosh, un joven de estatura promedio para un chico de diecisiete años cabello color bronce y de complexión algo robusta, tenía una asombrosa fuerza ya que con sus dos manos había partido en dos un tronco de árbol y algunas rocas, su pasatiempo eran la literatura le gustaba leer novelas románticas e imaginaba mundos irreales para poder existir y vivir mejor, claro que entrena no por nada tiene esos brazos tan musculosos sin embargo no le gustaría tener que usar la fuerza bruta a menos que alguien destroce su pastel de fresas que es su favorito, entonces ahí el de volvería loco y atacaría a cualquier enemigo, y, quisiera ganar mi mano para llevar honor a su familia y prosperidad a su reino al unirnos en matrimonio. Claaaaaaro, este joven hablaba algo raro, decía las palabras en diferente orden y me había llevado un tiempo en ordenar todo lo que me había dicho, y llegué también a la conclusión que no decía toda la verdad pues se había puesto muy nervioso al hacerle las preguntas y respondía como si las hubiera memorizado en especial la última. Y al final, tenía al príncipe Wiselton, un joven alto de buen físico cabellos dorados y ojos color azul metálico, había dicho que era un buen espadachín, el mejor de su reino y en otros reinos, le gustaba la competencia y perder no estaba en su vocabulario daba lo mejor de él en todo le gustaba mucho estudiar sobre la historia y la ciencia siempre buscaba las respuestas de todo a lo que se le venía a la cabeza, practica cinco horas diarias de cualquier deporte siempre preparado para lo que pudiera pasar si el enemigo atacaba pero no sólo su cuerpo si no también la mente para ser más listo que el enemigo, se dedicaba a las técnicas y las buenas maniobras para asegurar la victoria. Y por último, ganar mi mano era solo en frente de toda la gente, un requisito que se tenía que cumplir pero si él era digno de tomar mi mano se daría un tiempo para conocernos mutuamente y así tener una relación much o mejor y al momento de contraer matrimonio que sea porque ambos así lo queremos, no porque nos estén obligando.
-¡Ya dejame mujer!-gritó mi padre molesto y desesperado haciendo que me sobresaltara un poco en mi lugar, estaba tan metida en mis pensamientos que no me había dado cuenta de que toda mi familia ya estaba en sus lugares para dar inicio a la competencia.
-¡Atención todos!-un guardia gritó fuertemente para que todos los presentes guardaran silencio- ¡Hoy será el día en que uno de estos jóvenes gane la mano de la princesa Mérida!- las personas ahí presentes animaron a los tres participantes- Las reglas son las siguientes: quien tire la flecha en el centro será el ganador. ¡Que comiencen los juegos!- terminó de hablar el guardia y los tres príncipes dieron un paso adelante. Estaban divididos por sus respectivas banderas y colores de su reino.
ESTÁS LEYENDO
Mericcup:¿Me amas?
RomanceEl amor no elige personas, elige corazones. La princesa Mérida Dumbroch está obligada a casarse con un príncipe heredero de otras tierras para formar alianzas. Pero ella todavía no está lista, ella solo quiere ser libre, cabalgar en el bosque tiran...