Maratón 1/7
Había llegado demasiado lejos como para darme por vencida ahora.
El bullicio a la entrada del hospital era increíble, los doctores iban de aquí a allá con prisa, parecía que hablaban en códigos o que tenían una memoria increíble porque sabían a donde ir y qué hacer con exactitud, no era que yo no supiera, pero los nervios se arremolinaban en mi estómago, las manos me sudaban y el caminar como si fuera una persona normal me era imposible.
Primer día como residente, o como algunos le llamaban, estar de "enfermera", quedar seleccionada para la pasantía en el hospital de Perth Amboy era lo mejor que me había pasado, tenía muchas opciones más por si no quedaba seleccionada al final, pero me había superado a mí misma, y este era el último paso, aprender de doctores, médicos, cirujanos, pediatras, todos ellos, de verdad para la etapa final, el examen de admisión al hospital.
La doctora Regina Harington nos daba lo que era un pequeño, breve y apresurado tour por lo que serían las zonas y pisos donde estaríamos trabajando, claro sin paga, porque era un servicio de la escuela, me reconforte un poco al ver a los demás jóvenes, algunos mayores que yo y otros un poco más chicos, algunos se veían más nerviosos y la cara de querer vomitar era peor que la mía.
—Cuatro de ustedes irán con el doctor Christopher Garland, deberán atender a sus indicaciones, así como los cuatro restantes responderán a mi ¿De acuerdo? — todos asentimos. —Justo de quien hablábamos. — añadió la doctora Harington, esperaba quedarme con ella pues era muy simpática y de verdad se veía que le gustaba enseñar y ayudar a los demás, por el corredor vimos a un hombre de cabello corto color café y ojos de un tono marrón oscuro, demasiado alto, demasiado imponente.
—Bien ¿Quiénes son los cuatro que vendrán conmigo? — pregunto sin rodeos, yendo al grano, Regina miro la tabla que tenía con ella y hablo:
—Adrianne Mitchell, Jared West... Nicholas Murphy y Lucy Sheridan.
El nudo en mi estomago se hizo más fuerte cuando el doctor Garland nos miró uno a uno, de arriba abajo de una forma tan discreta y rápida que casi ni se notaba, se había presentado como el jefe del piso tres Christopher Garland, no se fue con más rodeos y nos dio carpetas donde estudiaremos a algunos pacientes.
—Debes cortarme más el cabello. — hablo para el chico casi pelirrojo a mi lado, nadie lo podía contradecir pues en cierta parte aquel chico, Simón, lo traía más largo de lo usual —O tan siquiera amárralo.
Me miro, y sé que quiso decir algo, tal vez era la que más nerviosa se veía, tal vez quiso decir que no me comería, tal vez era demasiado flacucha y baja para estar aquí, tal vez no estaba viendo mucho potencial en mí, parecido tragarse sus palabras, nos indicó que fuéramos a revisar las notas de los pacientes que nos había dado, y sin más se había ido.
El doctor Christopher Garland.
Lucy recordaba casi a la perfección aquellos días de servicio como residente en el hospital, aun le dolía que nunca llego a titularse y llegar a ser una doctora, pero ahora, en el nuevo mundo, la medicina era una pieza fundamental.
Las "clases" que impartía el doctor Christopher nunca fueron malas, fue el mejor doctor que llego a conocer en su vida y a quien le debía muchos conocimientos y una última salida por un café. Lucy tocaba con sus dedos el pasto debajo de ella, estaba seco, el sol calentaba su piel y las nubes se movían, siempre le agradaba ver las nubes.
Se sentía un poco melancólica, llevaba solo un par de segundos tirada en el suelo después del susto que les habían metido a los residentes de Oceanside, Rick aun conversaba con la líder de la comunidad y los otros estaban cargando las pocas armas que se llevaban, Lucy se había voluntariado para vigilar la zona, la verdad, no tenía ganas de cargar armas, Connor estaba vigilando la parte del camión, ella más lejos con su rifle, Lucy siempre pensó que era mejor estar lejos que cerca.
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What we lost |Daryl Dixon|
FanfictionA Lucy le gustan los libros, los cuentos y poemas, tanto así que decidió escribir su propio final. ¿Todos tenemos lo que merecemos? A aquella chica de ojos verdes la esperanza le fue pisoteada, la piedad arrebatada y la libertad arrancada, por un ho...