39.-La promesa del nuevo mundo.

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El sol playero le bronceaba la piel, podía escuchar las olas de mar, sus gafas de marco rojo le protegían la vista, la arena bajo su cuerpo estaba ligeramente caliente, pero nada que no pudiera soportar. Lucy abrió poco a poco los ojos y recobro postura para poder sentarse, de la hielera a su lado saco una paleta helada de uva, los surfistas enfrente parecían muy divertidos, la chica pensó en ir e intentar surfear, las personas disfrutaban la playa, un perro incluso se metía unos segundos al mar y salía, entraba y salía y se sacudía, observo que traía una pelota y un collar, pero no al parecer no venía con nadie, Lucy se levantó de su lugar y se acercó al perro, en el collar leyó "caramelo"

—¿Como no te reconocí antes? — hablo ella y se acuclillo para acariciar al perro, pronto una ola de mar le llego demasiado fuerte a la cara.

—¡Despierta!

Lucy se despertó con tanta rapidez que casi se cae de donde estaba sentada, tenía sus pies sobre su mesa y al instante los bajo para evitar caer, se tomó de la persona frente a ella, ósea Jesús y se dio cuenta que no fue una ola de mar, sino un vaso con agua que le había tirado en la cara.

—¿Qué te pasa? — pregunto Lucy levantándose de la silla, frotándose los ojos y secándose con una toalla de la cocineta —¿Qué maneras son esas de despertar a la gente?

—Tú me dijiste que no te dejara dormir durante el día porque en la noche ya no te duermes.

—Pero me pudiste haber tocado un hombro o yo que se.

—Dijiste específicamente "tírame un vaso con agua si no despierto"

—Bueno, a la próxima no lo hagas.

—Creí que estabas recogiendo. — hablo Jesús mirando el remolque, seguía siendo un tiradero.

—Es que encuentro cosas y me quedo viéndolas o me quedo dormida.

—Como ahora... ven te ayudo a recoger la ropa.

—Gracias.

El remolque de Lucy era un chiquero, había croquetas tiradas por aquí y por allá, juguetes de caramelo en el piso, botellas de plástico pues al perro le encantaba quitarle las fichas con el hocico, en una silla había un exceso de ropa, tanta que se había desbordado hasta el suelo, algunas flechas andaban desparramadas por el suelo, algunas rotas pues habían tenido la mala suerte de ser pisadas, incluso la tierra seca adornaba el suelo pues cada vez que Lucy regaba y sacaba sus plantitas al sol hacia un tiradero de tierra, ni hablar de los zapatos, tenía tiempo que la pecosa no encontraba una de sus botas.

Lo único bueno era que, ya no era el mismo remolque pequeño, Lucy lo había cambiado o "se había mudado" a uno un poco más grande, esto no solo por ella sino, por Daryl, después de todo, el cazador compartía hogar con Lucy en el remolque, y a pesar de que era más grande, dos personas viviendo en el mismo lugar y ambos siendo desordenados, era un caos.

Sumando el hecho de que se habían quedado con el cachorro que encontraron, para Lucy se llamaba "caramelo" pero para Daryl se llamaba "perro" y lo gracioso era que, respondía a ambos nombres, lo habían entrenado, se sentaba, rodaba, daba la pata, recogía sus flechas, avisaba sobre caminantes y nunca corría demasiado lejos sin uno de los dos.

Al fin y al cabo, Dary y Lucy habían terminado juntos, fue algo que ocurrió espontáneamente (y con el paso del tiempo), ni siquiera se dieron cuenta el momento en el que empezaron a compartir el remolque, o cuando se contaban la mínima cosa, solo ocurrió.

—Aquí estabas condenado. — hablo Lucy sacando de debajo de su cama un polvoriento y mordisqueado ventilador de juguete, de apenas veinte centímetros de alto pero eficiente pues con solo apretarle un botón comenzaba a girar, la pecosa rio internamente pues al verlo recordó cuando le "conto" a Evan que sentía algo por Daryl.

What we lost |Daryl Dixon|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora