Parte uno.
Lucy limpio sus botas aun sabiendo que por la tarde se ensuciarían, ella siempre corría y el lodo era parte del estilo de todos, iba vestida completamente de color negro, amarro su cabello en una colita, se colocó su cinturón, esta vez no llevaría su arnés con bolsita, llevaría su cuchillo, su chaleco solo con una arma, pues había decidido donar la otra arma a alguien que la ocupara más, y su rifle, llevaba las balas exactas en el bolsillo y un único cargador que ya se encontraba en su arma, no se podían dar el lujo de llevar dos cargadores por persona, era demasiado, por lo cual el margen de error debía ser cero
Antes de salir de su remolque, se acercó a su estante de lámina, donde no solo tenía sus libros y cámaras instantáneas, tenía un pequeño álbum familiar, era de apenas unos quince centímetros de alto, recordaba a su padre tomándolo antes de que se fueran de su casa en Perth Amboy, había fotografías de Evan y ella de bebes, de momentos de la infancia, llego a la última página, donde la fotografía de una pareja enamorada relucía en todo su esplendor, Adeline Sheridan, de soltera Richards, lucía una barriga bastante prominente de embarazada, los rulos color negro le llegaban por abajo del pecho, David Sheridan la tenía tomada por la cintura, ambos sonreían para la foto.
Lucy tenía los ojos verdes de su mamá y el cabello castaño de su papá, Evan, por el contrario, tenía el mismo color de cabello de su madre y los ojos en una combinación de café y verde, un tono avellana. Lucy paso la mano por la foto deseando volver al pasado y abrazar a sus padres, compartir una tarde de pizza mientras jugaba "¿Adivina quién?" con Evan, pero esos momentos se habían esfumado y no dejaron rastro, le entró melancolía y les pidió suerte y perdón, por lo que harían el día de hoy.
Dejo el álbum en su lugar y salió de su remolque, lo cerro y fue hasta la casa Barrington para poder sentarse en una de las sillas mecederas en el porche, afuera todo parecía un descontrol, había personas que iban de aquí para allá, alistaban sus vestimentas, cargaban las armas y afilaban los cuchillos y lanzas, toda la gente de Alexandria dormía por el momento en colchonetas, catres y bolsas para dormir, no había mucho por hacer en la enfermería, por eso, todos los días que pasaron, Lucy casi no había puesto un pie ahí, lo único que hizo fue un checado rápido a Carl para ver cómo estaba sanando de la herida de bala que recibió durante el enfrentamiento de Negan y los salvadores contra Alexandria la noche que murió Evely.
Habían pasado tres días donde la tensión de que pronto estallaría una guerra se sentía a cada momento, la primera noche, Henry, el pequeño niño residente del Reino había irrumpido en el corral donde se encontraban los Salvadores y estos ante la presencia de un niño, tomaron ventaja sobre él, al menos la mitad habían escapado del corral, entre los que escaparon se encontraba Gregory, los otros se habían quedado demostrando lealtad a la comunidad Hilltop, dejando atrás la sombra de los Salvadores. Al siguiente día, Gregory había arribado nuevamente a Hilltop, fue sincero en explicar que huyó hacia el Santuario, pero al ver a un despiadado Negan asesinar a uno de los suyos supo que quedarse era una decisión errónea, por lo cual Dwigth le ayudó a escapar, dándole un mapa con indicaciones para emboscar a los Salvadores y Negan; el Reino había sido el último en enterarse pero no por menos importante, todo el día de ayer se habían reunido en Hilltop para poder armar el plan de la emboscada, no habría ni un error.
A su lado, Connor salió de la casa Barrington y tomo asiento en otra mecedora, llevaba un fusil entre manos, Lucy giro a verlo.
— ¿Cómo te sientes por hoy? — preguntó a su amigo.
—Algo nervioso, pero... genial, todo va a acabar, el rey caerá. — Lucy soltó un bufido, Negan era un todo para sus personas, jamás un rey — ¿Confías en Dwight? ¿No crees que sea una trampa? — Lucy negó con la cabeza.
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What we lost |Daryl Dixon|
FanfictionA Lucy le gustan los libros, los cuentos y poemas, tanto así que decidió escribir su propio final. ¿Todos tenemos lo que merecemos? A aquella chica de ojos verdes la esperanza le fue pisoteada, la piedad arrebatada y la libertad arrancada, por un ho...