—¿Sabes de donde vienen las estrellas?
—¿De una enorme nebulosa quizá? —respondí con una pizca de obviedad.
—¡Exacto!—aseguró ella en tono tranquilo mientras yacía recostada en la hierba, junto a mí —Aunque...
Mi madre antes decía que las estrellas eran miles de millones de espíritus, que llegaban al cielo para quedarse ahí y dar esa hermosa y tenue luz que emanan... y, cuando mueras, tu alma, todo lo que alguna vez fuiste se convertirá en una chispa, junto al inmenso e impredecible universo.
Sus ojos se cristalizaron al instante, dió un pequeño suspiro y sonrió. Todo esto mientras tenía la mirada clavada en el cielo.
Procedí aventurarme a quitar las pequeñas gotitas que habían brotado por sus ojos. Arrastré con delicadeza mi pulgar en su sien, tratando de ser lo más cuidadoso posible.
—Lo se, es la versión cursi de tu tesis científica de las nebulosas— bromeó con puro sarcasmo y ternura.
—¡Oye!.. no te burles, lo vi en uno de esos documentales. Aunque debo aceptar que tu versión me gusta mucho más —reclamé.
Aquella noche Laura le había convencido a mi cerebro el acompañarla. Aseguraba que había discutido con su novio, Bryan, uno de los mejores del equipo de basquet del instituto.
No voy a negar que el "musculito" era un idiota sin remedio.
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Hacía frío en aquel lugar, fácilmente podía decir que estábamos en medio de la nada.
Los enormes eucaliptos condimentaban aquel aire con su aroma.
La brisa empezó a volverse algo violenta, lo que hizo que Laura se acercara a mí en busca de calor.
Sentí su piel, algo tibia, algo fría.
Tragué en seco.
Moví mi brazo sobre su cabeza para poder abrazarla, no me importaba que Bryan fuese su novio, ni si quiera me importaba que ella tuviese novio.
Solo quería sentirla lo más cerca posible.
Tomé un trago algo amargo de valor y justo antes de completar mi acción, Laura preguntó:
—¿Te haz enamorado Kennedy?
La pregunta me erizó la piel y me dejó con el brazo a medio camino, estirado, apuntando a quien sabe donde.
¡Mierda Laura!
—Em... Bueno... —empecé a balbucear —una vez, pero fue hace mucho.
Regresé mi brazo junto a mi cálido cuerpo.
—¡Necesito más detalles! —insistió clavando sus hermosos ojos avellanas que tenían un precioso brillo ámbar.
De hecho, cada vez que me miraba podía ver aquel evento; ¡Bendito sea!.
Supongo que soy el único que lo provoca, tal vez también lo haga el bruto de Bryan pero no quería ni pensarlo.
—Ya sabes, la típica primera novia que te lleva al paraíso y de hecho subes tanto que la caída duele mucho más. Nada importante, créeme, todos lo han experimentado alguna vez.
—¿Cual era su nombre? —preguntó a baja voz.
—Jane, Jane Jackson, se mudó hace ya varios años a GoodValley, lejos de aquí.
La historia entre Jane y yo era el verdadero cliché del siglo XXI. Flores, corazones y animales de felpa nada tiernos.
Todo terminó cuando la descubrí besando a Jeremmy, un chico algo raro con más musculo que cerebro.
¡Dios, todos son iguales! Aunque suene como perra desquiciada, era verdad.
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Hubo un silencio incómodo que se estiraba cada vez más.—¿Y tu? —pregunté.
—De hecho... sí, Bryan me tiene loco.
Le disparé la mirada más confundida que tenía ese momento.
—¿Qué mierda dijiste? —pregunté sorprendido. Mis mejillas empezaron a arder y se me hizo un nudo en el estómago.
Laura me miró y se hechó a reír.
—Tranquilo señor celoso —bromeó entre risas.
Estaba sonrojado.
¡Mierda, me había sonrojado!
—No es gracioso, me diste un buen susto —indiqué victimizado.
—Uy si, como no, Señor John.
Tenía mi mirada fija en ella, esperando no demostrar debilidad ante lo ocurrido.
—Ya, lo siento.... eres un amor aveces.
Se acercó a mí y besó mi mejilla.
Mi cuerpo se enfrió y pude sentir todo el mundo detenerse.
Joder Laura, acabarás conmigo.
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Laura
RomanceJohn Kennedy jamás debió devolver el mensaje a Laura Reeves, una pelinegra con complejo de aventurera y una extraña obsesión al sushi. Ambos planean "robar" la luna en un Porsche rojo. Aunque claro, un atraco como esos no es algo sencillo, no tan se...