-Un "agradable" paseo-

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Mis ojos se abrieron de par en par lentamente. Un característico olor a auto nuevo entró a mi naríz.

¿Dónde diablos estaba?, ¿Qué diablos había ocurrido?

Dí un pequeño quejido de dolor y mi corazón empezó a latir estrepitosamente al verme atada por las muñecas y percibir un trozo de cinta platinada cubriendo mi boca.

-Veo que despertaste cariño -mensionó una voz masculina e igualmente conocida.

Mi cuerpo yacía recostado sobre el asiento trasero, que al ver los femeninos adornos cuquis colgados en este, terminé concluyendo que era mi Porsche, en el cual Bryan estaba al volante.

No podía recordar el cómo había llegado hasta las manos de mi desquiciado ex-novio, que se suponía estaba en la cárcel.

Recuerdo haber terminado la clase de física casi quince minutos antes. A Jhon lo vería unos minutos despúes, asi que bajé al parqueadero y ví la enorme fiesta que habían ahí. Solo me les uní unos minutos.

-Maldita, pagarás el haberme mentido en la cara -reclamó fuertemente mientras me lanzaba una enfurecida, y poco agradable mirada de reojo.

Alcé mi vista hacia la ventana y divisé brevemente un letrero verde oscuro.

GoodValley 30 km.

-Siempre te ha gustado viajar Laura, ahora daremos un hermoso paséo, tú y... -Su voz se cortó al hacerse presente los lejanos sonidos de quizá unas patrullas.

-¡Malnacidos! -gritó mientras golpeaba el volante repetidas veces.

Bryan se estiró hacia el asiento del copiloto y tomó un arma alargada y corta. Bajó su ventanilla y sacó el arma apuntandola hacia atrás.

-No volveré a esa asquerosa cloaca llena de asesinos, ¡No volveré jamás! -gritó.

Dos inmensos disparos aturdieron mis oídos. Cerré los ojos fuertemente tratando de recordar a John, solo quería verlo y abrazar su delgada figura.

Mientras Bryan regresaba el arma dentro del auto, sentí el impulso de avisar a los oficiales que estaba aquí. Aún si ya lo sabían, quería estar segura.

Usando algo de mi fuerza me enderecé y por la ventana vi un par de patrullas. En la más lejana pude ver aquella silueta que me devolvió el pulso e hizo que se me cristalizaran los ojos de manera inmediata.

¡Era John!. Maldita sea, era él.

La enorme sonrisa que quería expresar no la podía hacer, ese horrible trozo de cinta americana me lo impedía

Traté de bajar la ventanilla. Solo necesitaba que sus azules ojos me viesen solo un maldito segundo.

Pero no fue asi, Bryan intentaba recargar su arma mientras conducía y eso hizo que ascelerara mucho más.

Un enorme sacudón que provino del otro lado del auto me presionó contra la ventanilla semi-abierta. Un seco golpe en mi cráneo me dejó inmovil.

Algo nos había impactado por el lado derecho a una increíble velocidad.

Ahora mi Porsche reducido a chatarra yacía inmovil en medio de la carretera.

Mis ojos solo recolectaban borrosas imágenes de mi alrededor, mis oídos no funcionaban y el horrible sabor metálico tan caracteristico de la sangre me empezó a invadir.

Bajé mi aturdida mirada, la cual enfoqué en la peór escena que jamás había visto.

Un enorme trozo de metal sobresalía de mi estómago.

No podía hablar, no podía escuchar y estaba presa en aquella pila de chatarra, la cual empezaba apestar a gasolina.

Tenía que salir, sea como sea, cueste lo que me cueste.

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LauraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora