Capítulo 1: El Lugar donde todo empezó

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20 de Mayo

En una ciudad como cualquier otra que exista en el mundo, igual que todas llena de grandes edificios de 20 a 30 pisos con garaje incluido en el sótano, cada piso dividido en 4 departamentos, cada uno con un cuarto, cocina, sala, comedor baño y balcón, las personas llegaban y se iban como si fuera un paradero de autobús, los Viernes y Sábados en las noches habían fiestas en algunos de estos departamentos, la mitad eran fiestas infantiles, donde los niños pequeños disfrutaban de los espectáculos de las animadoras, siendo acompañado por una persona con un disfraz mal hecho que se notaba que se notaba la falta de empeño, mesas con dulces y pasteles, letreros de feliz cumpleaños, niños que parecían tener una batería inagotable y sin importar cuanto tiempo pase que sigan al 100%, para los padres es toda una pesadilla, sobretodo para los que son sobre protectores; y la otra mitad fiestas donde las personas, sobre todos los jóvenes de 16 a 25 años tomaban(básicamente cualquier gaseosa mezclada con algo fuerte como el ron, whisky o tequila) y fumaban(desde simples cigarrillos que provocan un olor peor que la suciedad o algo podrido, o hierba, mucho peor que el olor al cigarrillo) a más no poder, hasta que  sin ninguna especie de restricción, una gran parte despertando en alguna parte al azar del departamento, otros al otro lado de la ciudad sin ningún recuerdo de lo ocurrido.

Yéndonos a otra parte de la ciudad, habían una gran número de farmacias, distribuidas por todas partes, si te enfermabas podías ir a una farmacia y comprar un PARACETAMOL, o para comprar útiles de aseo como un shampoo, jabón, desodorante, colonia, perfume, pañales, alguna pastilla o jarabe, o si fuera un Viernes o Sábado en la noche y eras un joven, el 80% iba para comprar preservativos, el 80%, porque no todos lo jóvenes salen a fiestas a chupar, otros prefieren quedarse en casa viendo una película, ir al cine, ir a un concierto, pasar la noche en casa de un amigo o amiga, o quedarse en su computadora toda la noche escribiendo algún cuento mediocre.

Y si habían farmacias también habían tiendas, donde los jóvenes pasaban a comprar tragos, algunos con identidad falsa, otros para comer algo mientras ven su película o su maratonearse alguna serie.

De vez cuando como ese día, había una que otra actividad interesante, y en esta ocasión, a la espalda del centro comercial, a la derecha de los juegos para niños, y a la izquierda de el estacionamiento había una carpa de circo, con el clásico rojo con rayas amarillas, en forma de cono donde se escuchaba la emoción de la gente al quedar deslumbrados por cosas tan espectaculares que pocas habían visto en su vida, la carpa de un excesivo tamaño, en ese momento el circo estaba en una de sus funciones donde los espectadores seguramente veían los maravillosos y creativos trucos que hacía el circo, donde por ejemplo estaba el acto de los trapecistas, de los clásicos payasos haciendo payasadas con los espectadores, como sentarse en sus faldas o agarrar sus palomitas de maíz o una probada de sus bebidas, simplemente era una belleza visual.

Eran como las 8 de la noche, y en medio de la calle había un hombre de una edad entre 35 y 40 años corriendo con mucha prisa, como si estuviera huyendo de la policía, o quizá de un terrible de error, era un día lluvioso, se escuchaba como el hombre con una camisa de rayas, pantalón algo formal, zapatos marrones, un reloj de manecillas en una de sus muñecas, ojos azules, cabello marrón (el rostro queda a su interpretación), pisaba y atravesaba cada charco de agua de lluvia que reflejaba como si fuera un espejo borroso, a una gran velocidad que incluso los carros que iban por ahí se detenían por la rapidez que el hombre corría cada kilómetro, algunos conductores se sorprendían por lo rápido que este hombre corría y otros se enojaban y empezaban a decir insultos utilizando palabras fuertes contra el hombre que interrumpía su camino, sin importar en que luz estuviera el semáforo el hombre seguía corriendo, la policía vió esto y de inmediato se empeñaron a detener al hombre que corría como si fuera el fin del mundo, una patrulla se puso en medio, interrumpiendo su camino, el policía  pensó que eso lo detendría, pero su alto de nivel de ingenuidad lo hacía quedarse ciego de la realidad, el hombre puso su pie donde la puerta de atrás se abría, se dio un impulso, y saltó hasta el techo y luego saltó del techo de la patrulla como si estuviera saltando de un acantilado a otro con una distancia muy lejana. 

El policía quedó muy sorprendido, apareció una moto para intentar detenerlo, pero con una acción que parecería una gran coreografía para un actor de acción, el hombre apoya su pie izquierda en una parte del asiento de la moto y en ese mismo mili segundo se impulsó y saltó otro gran distancia.

Cuando llegó el piso el hombre seguía corriendo a su misma velocidad inicial, mientras un anciano con bastón y lentes insultó, y empezó a gritar razones por las que la policía no servía de nada usando como referencia lo recién sucedido.

El hombre se aproximaba al circo antes mencionado y con una gran rapidez y desesperación el hombre entró al circo, atravesando la vaya, empujando al guardia de la entrada para que lo dejara pasar.

El Circo de la LocuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora