Marvel:One-Shots (Finalizada)

Bucky (I/I)

Lo primero que recordó al despertar, fue cabello claro, suave como finas hebras de seda y tan brillante como el mismo sol.
Lo recuerda sucio, pequeñas partículas rojas manchando aquellos hermosos mechones.
La guerra no era generosa con nadie, ni siquiera con la más bella de las criaturas.

La segunda vez que despertó, recordó una sonrisa, sólo dientes blancos y curvas perfectas.
Sonrió un poco esa vez, casi como un reflejo de aquello que pasaba por su mente.
El castigo por haberlo hecho valió la pena.

Cada vez que despertaba recordaba menos, algunas veces eran paisajes borrosos de una vida que ya no era suya. Decidió que aquellos eran los peores recuerdos, tan cerca y a la vez tan lejos de su alcance.

A veces su memoria era buena con él, y se quedaba en blanco hasta que terminaban todo lo que tenían que hacer para la siguiente misión.

A veces, recordaba misiones y la sangre que derramaba en ellas.
Generalmente recordaba caras y plegarias. A su vez, todo lo demás se iba volviendo borroso, ya no habían sonrisas, solo sangre, nieve, dolor y muerte.

Él era muerte y dolor y sangre y nieve y todo lo monstruoso que había entre medio.

La última vez que lo despertaron, le dieron un nombre y una dirección, ya no habían recuerdos, ni buenos ni malos.

Iba a disparar y asegurarse de cumplir su objetivo, hasta que vió aquello que había rondado por su mente por tantos años antes de volverse ruido blanco.

Cabello rubio, hermoso como rayos de sol y una sonrisa que podía iluminar una habitación entera.

Y por primera vez en décadas sintió algo.

Odio, dolor, confusión.

Dudó al jalar el gatillo.

La siguiente vez que se despertó, había un inmenso peso reteniendo su brazo y su cabeza parecía como si fuera a explotar.

Él no estaba hecho para estar despierto por tanto tiempo, no podía lidiar con todos los recuerdos invadiendo su mente, dos vidas entrelazadas en la misma memoria dañada.

¿Quién era realmente?
¿Había asesinado a toda esa gente o sólo era una horrenda pesadilla?

La puerta se abrió y ahí estaba.

El sol, y una sonrisa tan hermosa como el universo.

Steve.

Lo podía recordar ahora, más claramente. Cuando eran niños y el miedo de perderlo a causa de una enfermedad mal cuidada. En el ejército, extrañando cada día hasta que le dolía físicamente pensar en él.
Recordó lo que se sentía tenerlo a su lado, el aroma de su cabello y la suavidad de sus labios, un amor tan puro que no merecía ser conocido por nadie más que ellos.

Eran recuerdos que ya no tenían cabida en este mundo.

Sonrió, algo torcido y monstruoso, pues ya no sabía cómo hacerlo bien.

De cualquier manera, el sol sonrió de vuelta.

Años después, despertó con el sonido de los niños jugando afuera, algo normal en aquel país extraño alejado del resto del universo.

Trató de moverse pero algo le retenía el brazo, un cálido peso, reconfortante y familiar.

Cabello brillante como el sol y una sonrisa tan hermosa como el universo mismo.

Volví y no sé qué hacer conmivida aiuda público

Qata fuera.