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"no podrás cambiar lo que pasa a tu alrededor si no cambias lo que pasa en tu interior."

Joaquin 

Salí de mi casa, más de lo necesario camine por las calles húmedas escuchando las gotas que hacían eco al caer de los árboles y miraba a las personas caminar distraídas pegadas a esa maldita cosa. Ignore mis alrededores con dirección al mercado, no sin antes pasar a la biblioteca, tenía unos libros apartados pero ya me había llevado bastantes la última vez.

-hola mi niño. -me saludo la señora mayor edad que ya conocía muy bien.

-hola Moni. -me recargue en el mostrador.

-que te trae por acá en un día tan lluvioso hijo. -me apretó la mano.

-¡oh! eso, vine a dejar los libro que me lleve y vengó por otros -los entregue regalándole un intento de mi mejor sonrisa.

-¡ya los terminaste!, que maravilloso -los tomo mirándome preocupada. -hijo, perdón por preguntar pero, ¿te encuentras bien? te veo pálido. -

-si estoy muy bien -sonreí falsamente -creó que es por el frío. -

-yo creó, bueno escoge los que quieras hijo. -señalo la biblioteca.

-muchas gracias. -

Me retire lo más posible, como decirle que últimamente no he comido como debería, creó que ayer fue la primera vez que ingerí alimentos bien. Me adentre a los grande pasillos llenos de libros, ver esto me da paz, pensar que detrás de cada pasta de ellos hay una historia con finales felices y finales tristes. Después de un rato deambulando me interesó uno, pero estaba muy alto otra que odiaba de mí era ser muy pequeño; salte un, dos, tres y perdí la cuentas después del ocho.

-¡diablo! -posee mis manos en mi cintura cansado de saltar.

- ¿te ayudó? -mi mira se dirigió aquella voz, era un chico alto con pelo negro y complexión delgada.

-gracias, pero yo puedo...-hable bajo tomando los libros del piso y los deje en una mesa.

-un poco de ayuda no es malo sabes. –me tense al escucharlo detrás mío, lentamente gire sobre mis talones para encontrarlo muy cerca de mí.

-toma, no agradezcas... -susurro divertido dejando el libro sobre mis manos. -por cierto lindo gorro. -lo ignore, rodé la mesas temeroso y algo nervioso, las personas suelen verme invisible no entiendo que paso ahora.

-sabes acabo de llegar a México hace unos días, no sé si tu...-lo mire de reojo frunciendo el ceño, ¿pero qué diablos con esta persona...?. -quisieras...-

-...no gracias...-hable firme el solo me miro divertido, idiota. -...bueno, adiós. -tome los libro y hui de ahí, que situación tan incómoda.

- ¿¡no me vas a dar las gracias!? –grito a mis espaldas, lo mire con cara de incrédulo y negué con la cabeza confundido; no sé pero este chico me daba miedo no en el sentido malo es más como intimidante.

Después de hacer el registro de los libros y ese encuentro raro de aquel chico, salí con dirección al súper, no tarde mucho; pace por las diferentes secciones comprando un poco de todo desde leche a jabón. Después de pagar salí con dirección a mi casa, empezó a caer una leve lluvia así que apresure el paso. Iba tan cargado que ya no podía ni con mi vida, literal, pare en seco cuando choco con algo o más bien alguien.

-¡diablos! -mire el libro en el suelo y algunas cosas dejando caer las bolsas por querer levantar las demás.

-perdón no era mi inte...un momento eres el chico mágico. - ¿Mágico? -un momento cómo te llamabas ¿Joaquín? -abrí los ojos de golpe y alce la mirada, no puede ser cierto ¿Recuerda mi nombre?

Notas del destino (Emiliaco) #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora