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"Los recuerdos son una forma de aferrarte a las cosas que amas, las cosas que eres, las cosas que no quieres perder"

Anónimo...

Joaquín

Tiempo atrás...

-vamos Joaquín te encantará. -mi mami jalo de mí para entrar al dichoso teatro donde se tocaran canciones echas por instrumentos. Me pare en medio de las personas que entraban.

-ya te dije que no quiero, solo tocaran canciones aburridas y feas. –cruce mis brazos molesto.

-te traje porque son melodías de películas animadas, tocaran puros niños como tu mi amor. -me tomo de la barbilla inclinándose un poco para estar a mi altura.

-no soy un niño, solo tengo nueve años. -le saque la lengua.

-bueno pequeño hombre adulto, ¿quiere hacer el honor de entrar y acompañar a esta solitaria dama? -sonreí.

La mire acusatorio. -solo porque soy un caballero y...porque quiero dulces. -la tome de la mano entrando al gran teatro, todo era muy grande y colorido.

Después de pedir las golosinas y tomar asiento, no tardaron en apagar las luces y comenzar con la función. Pasaban y pasaban más niños todos eran de mi edad, no lo voy a negar, unos tocaban muy bien. Hasta el momento mi favorita fue la de una niña que toco la del rey león en violín.

-muy bien Samanta muy bien. -salió de nuevo el señor con aquel traje de pingüino. Aplaudieron todos. -bueno por ultimo tenemos a un pequeñín de solo diez años, el cómo algunos de estos niños lleva muy poco tocando este instrumento y hemos descubierto que tiene un don espectacular...

-mama. -jale su suéter. - ¿qué tanto dice el señor pingüino? -me miro con una sonrisa y todos comenzaron aplaudir incluso yo.

Reproduce la canción...

Se escuchó un murmullo apenas aquel niño toco aquel instrumento más grande que él. Me levante en mi silla para poder ver mejor. Aquel niño se veía súper nervioso, su carita gordita y roja lo delataban.

- ¿te gusta? -la mire afirmando serio. -toca hermoso ¿no es así? -mire de nuevo al frente, sus chinos y sus pequeñas mano se movían sobre aquel instrumento, ahora mi favorito. Preste atención a todas las notas del gran instrumento, sabía cuál era. En toda la melodía me daban unas intensas ganas de gritar y cantar la letra de la canción.

Su rostro serio y concentrado en lo que hacía me causaba miedo. Sentí mi pecho retumbar como desenfrenado, ¿qué es esto?, tome mi pecho con miedo. Mire a todas las personas que hacia murmullos de impresión, asustado por ver a las personas con las manos en su rostro.

-Mami. -voltee su rostro. - ¿por qué lloras? -rio un poco.

-no es nada mi amor. -acaricio mi rostro. -solo...me gusta la melodía.

-cuando te gusta algo... ¿te duele?...oh...¿por qué lloras? -quite una de sus lágrimas.

-es complicado mi amor, ¿te duele algo a ti? -me miro dulce.

La mire sin entender. -aquí... -señale mi pecho donde sentía golpes constantes.

Sonrió besando mi frente, mire de nuevo al niño. Mis nervios se hacían tan grandes al punto de sentir cosas bonitas. Me levante de mi asiento observando como seguía tocando, camine sin prestar atención hasta llegar al ras del piso donde se encontraba el. Lo mire desde ahí su cara preocupada me daba no sé qué. Me recargue en el suelo observando hasta la última nota que me encanto, reí un poco al recordar la escena de una de mis películas favoritas.

Notas del destino (Emiliaco) #Wattys2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora