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—¿Inglaterra? —susurra Korey ya dentro del auto. Tyler asiente. —¿De verdad? ¿No es algo pronto? —dice aún susurrando.

—¿Qué pasó Ko? —pregunta Tyde desde el asiento del copiloto.

—Que es algo pronto para regresar a LA.

–Ah. —El chico regresa la vista a su celular y por un instante quiere moverse a la parte trasera para escuchar lo que esos dos están diciendo. Pero se esfuerza por no hacerlo, aún sabiendo que todo eso le perjudicará a su hermano. Lo ama demasiado y no sabe que haría si lo perdiera así de rápido, o si dejara de verlo en unos días. —Entonces, ¿cuanto tiempo más se quedarán?

–No lo sé, menos de una semana más —responde Tyler.

—¿Por qué tan poco tiempo? ¿No se suponen que vinieron de vacaciones?

Troye sólo escucha la conversación mientras conduce. La carretera está vacía a esas horas, pero aún así va por debajo de la velocidad permitida. No quiere llegar a su casa quién sabe por qué. Tal vez sea el miedo a que otro día se terminará y el tiempo que verá a Ty se recortará más. O porque sabe que su hermano está molesto. O simplemente se siente demasiado a gusto en ese momento que sería incapaz de ir más rápido. No. Sabe muy bien que es por lo primero: tiene nervios cada día que termina, y todo por la culpa de Tyler.

—Sí, pero tampoco nos quedaremos un mes acá, tenemos muchas cosas que hacer, al igual que ustedes. —Se excusa Korey y todos se quedan callados.

—¿Y les está gustando Perth? —dice por fin Troye para que no esté tan tenso el ambiente.

—No he ido a conocer todo, pero lo poco que he visto está increíble. Es una bonita ciudad —responde Korey.

—Sí, es fantástico —continúa Tyler.

—De seguro a Tyler le está gustando y fascinado más la gente de aquí que los lugares, ¿o qué opinas tu, Troye? —bromea Tyde. Es imposible que el chico esté molesto por demasiado tiempo.

Mira de reojo a su hermano que se ha puesto colorado y después por el espejo retrovisor a Tyler, que igual está rojo carmín y mudo.

—Yo opino lo mismo —sigue Korey—, los australianos son los favoritos de Tyler.

Los dos chicos comienzan a reír mientras los enamorados enrojecen con cada segundo.

—Seguro que te gustó Tyde —continúa la broma Troye.

No le gusta que hagan un ambiente tan tenso y menos con ese tema. Korey lo sabe y Tyde lo sospecha, y a él se le hace injusto que sólo los hagan sentir incómodos.

—Nah, no es mi tipo —responde por fin Tyler.

Él también se siente molesto e incómodo. Son asuntos personales y privados en ese momento y lo único que hacen es hacerlo enojar por meterse tanto en su vida, aún siento Korey uno de sus mejores amigos.

—Tyde no es el tipo de nadie —prosigue Troye.

—Moriré sólo, ¿cierto?

—Lo siento, Tyde —dice con tono de pena Tyler—. Pero Korey tampoco es el tipo de nadie, así que ya saben. —Termina con un guiño a su amigo.

—No lo permitiré chicos. Tyde es muy raro para una gran persona como nuestro querido amigo Korey.

Todos terminan en una carcajada amistosa. Y aunque Tyde siente que su hermano se pasó de la raya, no dice nada, ya que se dio cuenta de que él mismo también se propasó con la broma.

El poco trayecto restante pasa tranquilo. Nadie volvió a hacer algún comentario o broma sobre eso.

Al llegar se despiden con un amistoso «descansen».

Tyler se queda en la cocina en busca de un vaso que no logra encontrar en las vitrinas y alacenas. Suspira fuerte y se da la media vuelta.

—¿Buscabas Narnia? —pregunta Troye con una sonrisa burlona.

—No, fíjate que estaba buscando tu inteligencia, pero nada —responde el muchacho riendo.

—Muy gracioso, Ty.

—Lo sé... En realidad estaba buscando un vaso —comenta encogiendo los hombros.

—Ah —dice en un susurro el ojiazul—. Han de estar en el lavavajillas —hace un ademan con la cabeza. Tyler mira el lavavajillas y efectivamente, ahí están los vasos.

—No sé que haría sin ti —dice exageradamente mientras se sirve agua.

—Yo tampoco sé que harías sin mi en mí casa. —Tyler rueda los ojos mientras bebe el agua. Troye sólo lo mira, en la oscuridad, como si de eso dependiera su vida entera. Y es cierto, su vida depende de Tyler.

—¿Qué? —pregunta el muchacho mirándolo.

—Nada... mmmh, sí...

—¿Qué? —vuelve a cuestionar Tyler.

—¿De qué hablaban Korey y tú?

—De... Inglaterra —dice susurrando.

—¿De qué? ¿Por qué?

—Has de tener memoria de corto plazo porque tú me lo dijiste hace pocas horas en la playa, Sivan.

Troye siente una corriente eléctrica, si bien fue por ese asunto, también por como suena su apellido en la voz de Tyler y más en ese instante.

—Oh. —Es lo único que se le ocurre decir.

—¿Oh? ¿No es eso lo qué querías?

—¿De verdad lo estás pensando? —dice acercándose más a donde Tyler.

—Sí. Mira, no sé si lo nuestro vaya a ser demasiado en serio, pero no podría irme a LA sabiendo que no nos veremos en quién sabe cuanto tiempo. Y de verdad quiero que funcione, dios mío, Troye Sivan, de verdad quiero eso más que a nada. Te quiero demasiado y no sé que hacer para mantenerte cerca, porque esto que siento me está matando por dentro. Te necesito cerca de mi y necesito que tu me necesites, ¿sabes? Y cuando escuché tu linda voz con esa frase de «Y si nos vamos a Inglaterra», mi felicidad se desbordó porque no pudiste haber tenido una mejor idea.

—Tilly. —Es la única palabra sólida que sale de la boca de Troye, porque las lágrimas comienzan a brotar y la voz se le quiebra.

Tyler lo ve más que frágil en ese momento. Lo abraza tiernamente y quiere protegerlo.

—Te quiero mucho, Tilly —susurra Troye mientras su aliento choca con el cuello del muchacho.

—Y yo te quiero más a ti, Troye.

Settle Down [Troyler]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora