Rosas De Sangre

Dama de oro

La biblioteca era como un edificio aparte debido a su gran variedad de contenido, por la misma razón siempre estaba sola, salvo las semanas de examen, en ese tiempo este se volvía el lugar perfecto para lamentar tus calificaciones.

Ni siquiera hay una bibliotecaria, la última que hubo fue hace unos 60 años, dicen que enloqueció por tanta soledad. Desde entonces nadie quiere trabajar aquí.

-¿y bien?- Adam se detuvo en el marco de la puerta, se cruzo de brazos y volteo a verme para preguntarme -¿por donde empezamos?- realizo una segunda pregunta.

Mire todo el lugar rápidamente, habían cientos, tal vez miles de libros aquí separado en secciones. Utilizando mi lógica, trate de definir a que sección asaltaríamos ahora mismo.

-miremos en la sección de historia- deduje, Adam se acerco a mi bajando los brazos en señal de cansancio -¿qué? ¿Ya te cansaste?- me burle de él.

-venimos de una clase de historia y quieres leer la sección de historia en la biblioteca- resumió con cansancio lo que estábamos por hacer, hizo un gesto de cansancio con el rostro -¿las dos horas seguidas de clase no te bastaron Iris?- me interrogo.

Volteé los ojos ante sus palabras, aún que debía admitirlo, nuestras acciones no serian lo normal en jóvenes como nosotros.

-cállate y mueve tu trasero- le regañe débilmente.

Me escabullí entre las secciones, leyendo cada letrero que indicaba en donde me encontraba, había de todo, desde cuentos infantiles hasta literatura pesada y medicina avanzada. Finalmente di con la sección de historia de la humanidad.

Seleccione los títulos mas sobre salientes en donde podríamos, talvez, encontrar algo relacionado con la leyenda de la realeza. Sumando un total de 14 lo libros gruesos y viejos.

-si alguien me ve haciendo esto creerán que perdí el toque- exclamo Adam al ver como colocaba libro tras libro sobre la mesa.

-deja de quejarte y ponte a leer- le ordene. Él se sentó en una vieja silla, ni siquiera se molesto en sacudir el polvo y las telarañas en esta, tomo el ultimo libro que yo coloque en la pila -vaya que obediente- use mi tono sarcástico.

Adam tomo el ultimo libro que acababa de colocar en la pila, soltó un suspiro agotado, tan solo había leído el titulo y ya no podía más.

-para empezar- hablo antes de siquiera abrir el libro -¿que buscamos?- pregunto con duda.

Lo miro con cara de pocos amigos, creí que ya había quedado claro sobre que buscábamos. ¿Pero que estoy diciendo? Es Adam, nunca sabe que buscamos. Solté un suspiro más, tenía que tener mucha paciencia para poder hacerlo entender.

-buscamos a la familia real- le comencé a indicar -cualquier cosa sobre la familia Camus, ya sea el rey, la reina Desirée o sus hijos, Todd y Asia- profundice lo que quería encontrar.

Adam empezó a leer los libros uno seguido del otro, yo también le imité, pero por mas que leyéramos y sacáramos mas libros para estudiar, no había nada mas que principios de la guerra. No se mencionaba nada de la familia real, comencé a creer que nunca existió, sin embargo en un libro apareció el nombre de Todd Camus como el rey de los vampiros.

-ya no puedo mas- me rendí una vez que acabe el ultimo libro, sin mentir habíamos leído cerca de unos 30 libros entre los dos -ahora se mas de vampiros que de humanos- bromeé.

-con todo lo que leí- comenzó a hablar Adam, quien había permanecido callado las ultimas horas -ya no tendré que estudiar para el examen de historia-

Tire mi cabeza hacia atrás y apoye mi espalda en el respaldo de la silla. Me estaba dando por vencida, no existía nada en la biblioteca mas grande sobre la familia real o tan siquiera la leyenda que Valdor nos había contando.

Cierro mis ojos lentamente para pensar, la habitación se queda en silencio por un tiempo indefinido, a lo lejos creo escuchar el sonido de algo deslizándose. Un ruido algo fuerte me hace abrir ambos ojos rápido, con cuidado regrese mi cabeza en su posición normal y miro a Adam esperando encontrarme con algún desastre que haya echó.

-yo no fui- habla para defenderse. Me señala el pasillo hasta el fondo, hay un libro tirado en el suelo -se acaba de caer te lo juró- seguía balbuceando para defenderse.

Me levante arrastrando la silla ligeramente, a paso un tanto rápido me dirigí al libro. Ahora que lo veía, no era ni tan grueso ni tan delgado, de pasta verde y dura, además de verse viejo. Una vez que lo levante le sacudí un poco para limpiar su título.

"El misterio de la dama de oró" decía en letras doras y en manuscrita. La portada se adornaba además con un árbol dorado, parecía ser un manzano.

Regrese aun con el libro en las manos, volví a sentarme en mi sitió y lo coloque en la mesa.

-¿crees en el destino?- le pregunte a Adam mientras ojeaba un poco el libro.

-un poco- respondió -¿y tu?- me interrogó.

Una vez que leí mas sobre el libro, supe que no podía negar mi respuesta.

-comienzo a hacerlo- declare. Adam me miro confuso -mira esto- deslice el libro hacia él.

Al parecer, el misterioso libro verde contenía todo lo que había estado buscando junto a el inútil de Adam.

Efectivamente, según el libro, la chica había desaparecido de la nada una tarde de agosto. Se dice que solía estar en el salón de baile que su madre adoraba, ella tenia su propia forma de evadir el dolor de haber perdido a sus padres, el piano, se dice que toco su ultima melodía hasta que el piano dejo de escucharse. Solo se encontró un muy pequeño charco de sangre el cual su hermano reconoció como la sangre de Asía.

Sin éxito en su búsqueda fue dada por muerta, se le atribuyo la muerte a los humanos mas nadie sabe la verdad.

Se le apodo "dama de oro" debido a que todo el mundo sabia que la chica valía muchísimo en oró, como la primera y ultima princesa de sangre real que existió, algunos también la llamaron "la unión de mundos" debido a que ella era el lazo entre humanos y vampiros.

-entonces...- hablo Adam alargando la palabra -¿encontraste lo que buscamos? Porque ya me quiero ir a dormir- rogó.

Rodé los ojos ante su poca resistencia, pero teniendo en cuenta que llevábamos aquí mas horas que las que me hubieran gustado, debía comprenderlo.

-si- respondí. Cerré de golpe el libro, me puse de pie y abrace el objeto a mi pecho, luego lo leeré mas a fondo.