O44

32.2K 966 513
                                    

A R I   L E V I N S O N
CAUTION | FONDUE

Buscas un vaso en la alacena, abres el refrigerador y tomas una jarra de jugó, dispuesta a servirte un poco

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Buscas un vaso en la alacena, abres el refrigerador y tomas una jarra de jugó, dispuesta a servirte un poco.

"(T/N)" escuchas un grito detrás de ti, dejas caer el vaso y este explotó en miles de padacitos.

Volteas de inmediato con tu mano sobre tu pecho, intentando calmar los latidos de tu corazón.

"L-o siento", se disculpó, soltando una carcajada al ver tu expresión.

Golpeas su brazo con molestia y te agachas  para recoger los  cristales rotos del suelo.

"¿Qué quieres?", preguntas enojada mientras arrojas los vidrios dentro del bote de  basura. Lavas y  secas tus manos, lo miras esperando una respuesta.

"¿Yo? ¡Nada!", levantó  sus hombros con desinterés."Sólo quería decirte que mañana te tienes que encargar de dar los masajes a los huéspedes del hotel",  explicó con voz burlona, colocando un  poco de  mermelada sobre una rebanada de pan.

Sueltas un  gruñido de fastidio y te acercas hacia él de inmediato.

—¿Otra vez?¿Por qué?— preguntas con molestia—Yo lo hice ayer. ¿Por qué no lo haces tú, Max?
—Estas muy loca si crees que voy a poner mis  manos sobre la  espalda sudada de un Aleman— se quejó.
—¿Y por qué yo tendría que volver a hacerlo?— preguntas incrédula.

Puso otra rebanada de pan y corto el emparedado a  la mitad. Mordió una mitad y te entrego la otra a ti.

—Porque tus pequeñas  manos son suaves y escuché que los Alemanes aman tus masajes—dijo con su voz burlona, soltando una carcajada.

Frunces el ceño con enojo y niegas rápidas veces con la cabeza. Max te miró burlón, parecía que disfrutaba mucho verte enojada.

"No pienso hacerlo, se lo diré a Ari" gritas  con molestia, él  comenzó a retroceder suavemente, mordiendo una vez más su emparedado.

"¡Mañana. Muy temprano. Espaldas sudadas de  Alemanes!",  sonrió sin dejar de caminar.

"¡Maldito, hijo de perra!", gritas con fastidio  y le  arrojas la mitad de tu emparedado.

Respiras hondo y caminas fuera de la  cocina rápidamente, te diriges a la habitación de Ari para decirle tus quejas.

"¡Ya  estoy harta!", gruñes mientras entras en la habitación, empujando la puerta con fastidio.

CHRIS EVANS | ONE SHOTS (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora