Hoy a penas nadie me echa de menos, apenas echo de menos a nadie, y el mundo me parece cada día más aburrido. No hay nada interesante por las calles, no hay nada que pueda ponerme en los escaparates, ni nadie con quien compartir una cena un sábado por la noche. Hoy a penas el frío me anima a coger la bata y tomar chocolate caliente, ni si quiera los gatos que se paseaban por mi calle pasan ahora a saludar. Hoy no tengo correo, ni tengo a quién escribirle una carta contándole que me cuesta respirar por culpa del tabaco. Ya no tengo ilusión en el amor, porque a mi corazón ahora le faltan los pedazos rotos que alguien se llevó. No tengo ganas de leer el periódico y ver qué coño pasa en este mundo, en este país, en esta ciudad de mierda, ni de encender la televisión para ver quién bombardea a quién. La prensa rosa que antes me entretenía ahora me parece repetitiva, son siempre las mismas historias, chico conoce a chica, tercera persona se interpone y bla bla bla bla. Los zapatos de tacón que tanto me gustaban están desgastados, ya ni me acuerdo de cuándo fue la última vez que los usé. No me molesto en encender el ordenador, llevo meses sin recibir un solo e-mail, por no hablar del teléfono. Cientos de contactos, y ni uno solo es capaz de llamar con un simple qué tal. Como he dicho antes, hoy no echo de menos a nadie, ni nadie me echa de menos a mí. Recuerdo que antes me encantaba salir a bailar, echases lo que me echases, yo encontraba el ritmo en mis piernas para conseguir bailar lo imposible. También me acuerdo de cuándo fue la última vez que me subí a un escenario: el vestido me pesaba un quintal, el tutú era lo peor, las medias finas, el pelo tan bien recogido, de época, y mis amadas puntas. Mis conciertos en la ducha eran lo mejor. Así conocí a la persona de la que estuve enamorada durante años, quejándose de mis voces a las tantas de la mañana, cuando llegaba de algún antro en el que pasar el tiempo bailando con mis amigas. Fui todo con él. Planeábamos miles de promesas de futuro, y todos y cada uno de ellos se quedaron en aquel Audi, en aquella curva infernal. Todas y cada una de mis ilusiones se fueron a la mierda, y con ellas mis ganas de vivir. Hace meses que me siento muy sola, y nadie se ha preocupado en volver a llamar.
Por eso escribo esto, antes de representar mi último espectáculo en la cornisa del piso veintitrés, bailando un tango suicida, que siempre acompaña mi vida y con ella su ida.
ESTÁS LEYENDO
Versos hechos de Insonmnio
PoesiePoesía, en verso o en prosa, pero no deja de ser poesía. 2014-2015.