Hoy le robé todas las luces a París y escribí en todas las calles tu nombre, pero el agua de la lluvia se lo llevó en cada tormenta, y con ella, la alegría que me provocaba leer tan solo cuatro letras en cada acera por la que pasaba. Todo me recordaba a ti, era inevitable, y es que yo planeé recorrer el mundo entero contigo, pero cómo no, nunca llegábamos al destino marcado, porque como siempre, la lluvia no nos dejaba continuar. Tú y yo siempre fuimos dos lobos que le aullaban a la Luna, dos caminos que se cruzaban, dos niños jugando a ser mayores. Y es que, todas mis canciones iban por ti, todos mis bailes los compartía contigo y en todas mis ilusiones estabas incluido, porque lo único que pretendía era amanecer en la misma cama que tú, los doce meses del año, las cuatro estaciones, porque la aurora siempre se veía mejor desde tus ojos. Y que no me falten nuestros atardeceres escondidos en cualquier rincón, donde nadie pudiese encontrarnos, porque cualquier momento era un buen momento para hacerlo especial. Lo que siempre me ha gustado más, han sido las noches en cualquier portal, observando las luces de la ciudad que hoy ya no están, buscando nuevos motivos para seguir viviendo o compartiendo confidencias entre el edredón y la piel. Y después, un nuevo amanecer. Yo te escribía cartas que nunca llegué a enviar, juré no olvidar momentos que hoy me cuesta recordar y sentí cosas que me prometí no sentir jamás. Y así estoy hoy, mirando la ciudad desde aquí, buscando un solo motivo para sonreír, mientras recorro el mundo sin ti. Quemé todas las hojas de este libro, y aún así, no he conseguido pasar página, porque fuiste el trayecto del que más he disfrutado nunca, mi mundo se redujo a ti, a compartir el día a día a tu lado, a encontrar el detalle más delicado, y hoy me toca apartar todos esos recuerdos y tratar de olvidarlos. Hoy toca aprender a vivir sin ti en un mundo donde no puedo vivir sin ti, a si que, empezaré a recoger mis bártulos, porque hoy es un día de despedidas, de desentonar canciones, buscar nuevos caminos, y del corazón recoger los pedazos. Adiós, capítulo inesperado, me has hecho muy feliz durante todo este tiempo y te debo dos mil amaneceres, pero hoy me voy para dejarte vivir. Te lo mereces. Toma, aquí tienes las luces de París, para que brillen por ti cuando no des más de ti, para que te acuerdes de mí, luz de París.
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Versos hechos de Insonmnio
PoetryPoesía, en verso o en prosa, pero no deja de ser poesía. 2014-2015.