32. Terciopelo

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Perdidamente enamorada de todos y cada uno de los lunares que dibujan los mapas estelares de tu cuerpo, de las curvas que forman tus espasmos al pasear el dedo por el centro de tu espalda, de los sonidos que proceden de lo más profundo de tu garganta, de los remolinos que forman mis dedos enredándose en tu pelo, de tus caricias trazando líneas en todos mis perfiles y en todas perspectivas, en el carmín creando un camino de color desde tu ombligo hasta tus profundidades, de tus ojos clavados en los mios, de mis ojos clavados en los tuyos, de nuestros ojos, clavándose, como un punto de mira exacto en el que nos situamos para matarnos, vis a vis, con las manos. Porque resulta inexplicable como pasamos de ser dos gotas de agua en una nube perdida en un cielo teñido de negro, arrojándose al vacío en un instante de suicidio innecesario, como dos corazones que se rompen y sus pedazos acaban formando un único corazón, un alma en dos cuerpos repartidos que desfallecen el uno sin el otro, como el que lucha en contra del tiempo y la vejez, como el que trata de romper las manecillas del reloj, o de dejar caer la arena como si fuese cristal. Y es que me pierdo en el perfil de tus labios, dibujados por los dioses en los que no crees, en las manos que me hacen valiente ante el temblor de piernas y alma, que me sostienen levitando en una nube, tú, que me haces sentir pequeña con tu tacto de terciopelo rojo, con tus planes de futuro en el aire, con tus cientos de pájaros en mano, y solo uno volando, tú, que me haces gigante como si solo fuese un juego.

Versos hechos de InsonmnioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora