49. Siguiendo el ritmo

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La noche es bastante clara y a penas se ven estrellas. La luna hoy luce con fuerza, casi tanto como en las duras noches de invierno, cuando no puedes salir a la terraza ni con un abrigo de plumas porque se congelan la punta de todos los dedos y no puedes ni escribir. Aquí, desde la terraza, parece que la noche es más fresca... Claro, en ropa interior.
Pero he de reconocer que no me gusta pasearme tanto en ropa interior si no son tus manos quienes me desvisten con delicadeza, ni tampoco si no voy a poder provocarte caminando por el pasillo meneando el culo algo más de lo habitual para que el pelo baile y que el arco de mi espalda se acentúe un pelín más de lo que acostumbra.
Nadie mejor que tú sigue el ritmo de mis piernas al caminar, y no me dejo llevar al bailar con nadie mejor que contigo. También podemos omitir lo de bailar, y dejarlo tal cual.
Porque a mi también se me hace fácil seguirte el ritmo, aunque no sea caminando, o siguiendo algún movimiento de cadera sutil al que poderme agarrar, sino que me refiero a la vida, en general.
Contigo se me hace más fácil respirar sin pensar, hacer algo que no debo, o ser un poco menos inocente de lo normal; reírme sin parar, e incluso llorar si es necesario, reventar, explotar contra ti mismo sin hacerte daño. O al menos casi.
Porque nadie mejor que tú sabe hacerme llorar (de la risa).
Porque contigo no me ato las agujas del tiempo al seguir a toda velocidad el movimiento de la trayectoria del sol, sino a cada momento.
A cada momento que vivo contigo, a tu lado.
Porque quererte, puedo decir, que será siempre lo mejor que me ha pasado. Aunque duela, aunque estalle en mil pedazos y no sepa recomponerme, contigo he vivido de la mejor manera que habré vivido nunca, y habré sido lo más feliz que podré serlo jamás.
Porque amarte es la bala más dulce que me atravesó el pecho, caer prendada en ti fue el mejor barranco escogido, para el suicidio más elegante del planeta, porque morir por ti será la mayor victoria que habré logrado ganar en la vida.
No sé qué llevará tu veneno que engancha.
No sé qué llevaran tus besos, que no sacian.
Te amo, y me sobran, y me faltan las palabras.
Te amo.

Versos hechos de InsonmnioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora