Hong-Kong y Londres.

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Los buenos reencontrándose, los malos presentándose y las circunstancias dándose.

—Y entonces... —Comenzó Akko apenas el avión comenzó a estabilizarse, unos minutos después del despegue— ¿desde cuándo son novios?

Sakura y Xiao-Lang no pudieron evitar cierto rubor ante la pregunta, lo que hizo dar un bufido a Meilin y soltar una risa aguda y poco discreta a Tomoyo. El disgusto de la primera venía simplemente de la lógica del tiempo... es decir: después de tres años y formalizar incluso viviendo juntos por unos meses, seguían poniendo cara de tontos. Sin embargo, esta vez no fue el típico silencio incómodo el que reinaba ante una pregunta tan directa y personal.
Sakura, avergonzada como estaba, sonrió destellante.

—Tres años.
—Un poco más en realidad, aunque eso aplicaría solamente a mí. —Intervino Li— La verdad es que he estado en esta relación desde que tengo diez años...

Akko, luego de hacer todas las exclamaciones propias de una adolescente enamorada, actitud que no tenía nada que ver con su edad o su tipo de trabajo, contó que ella misma estaba enamorada desde su adolescencia también, y por todas las penurias por las que tuvo que pasar para finalmente establecerse con su persona más querida.
Tomoyo viajaba a menudo al extranjero, pero era la primera vez que no iba con su madre o al menos con una escolta, siendo que en realidad no consideraba a Kurogane como tal. El muchacho, por su parte, miraba por la ventanilla, con ese gesto que daba la impresión de estar siempre malhumorado, y era posible que así fuera al estar a varios kilómetros de tierra firme rodeado de hechiceros, que aunque varios de ellos eran bien apreciados por él, no podía evitar cierta animadversión por el resto. En especial por Hiiragizawa.
El resto del viaje fue trivial en términos de conversación, al parecer, habría oportunidad en su escala en Hong Kong de hablar con mayor libertad sobre las implicaciones de haber accedido a la travesía.

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El ruido combinado de sirenas, tanto de ambulancias, patrullas y camiones de bomberos desquiciaba el, aunque ruidoso, ordenado acontecer de la capital inglesa. Nadie estaba bien enterado de qué había pasado, pero todo apuntaba a un atentado terrorista, tal vez una bomba, aunque esa teoría perdía validez al ser el lugar afectado un baño público, una caseta telefónica y un edificio abandonado.
Invisibles a ojos de curiosos, cuatro magos atravesaron las cortinas de humo de los incendios a vuelo, ingresando por una de las entradas secretas al vestíbulo principal del Ministerio, y apenas sus pies tocaron la tierra, las varitas debieron ser desenfundadas y utilizadas en toda suerte de hechizos defensivos.
Aquél amplísimo espacio estaba ahora cubierto de detritos caídos de las paredes, papelería volaba por todas partes, había varias personas tiradas entre los escombros y una fuerte cacofonía de voces gritando en latín competía con el ruido de energía impactando muros y pulverizando muebles.
Harry y Ron comenzaron a combatir sin estar muy seguros de quién era su objetivo, mientras que Hermione, ayudada de Ginny trató de abrirse paso hasta su oficina.

Harry y Ron comenzaron a combatir sin estar muy seguros de quién era su objetivo, mientras que Hermione, ayudada de Ginny trató de abrirse paso hasta su oficina

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Odisea de los Amantes de OrienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora