*32*El sello

399 31 8
                                    

Solo un asentimiento mínimo de la cabeza de Wayo, y Ming lo apretó con un beso.
Los ojos del menor abiertos a más no poder, recibiendo pasivamente sus labios. Su mano cayó.
La sangre del mayor concentrada en los bordes de su boca. Tensionado. Contenido. Evitando volcar todo el fuego que sentía.

Haciendo una fuerza sobrehumana, se despegó suavemente del otro, y preguntó :
- ¿Todavía crees que miento?
Wayo lo miró hipnotizado. Una chispa en el brillo de los ojos. El estómago retorcido, lleno de nervios y emociones contradictorias.
Lentamente negó con la cabeza.

Ming dejó escapar el aire, en un suspiro ruidoso. Arremetió contra él nuevamente, tomándolo de la cintura, y acercándolo a su cuerpo.
Su otra mano sujetando su cabeza. Atrayéndolo más y más, hacia él.

Wayo se agarró a su espalda, aferrando y retorciendo su remera.

Un beso esperado, ansioso, torpe,
Explorándose mutuamente.
Lento, rápido. Arriba, abajo. A un costado, al otro. Mordiendo, apretando.

Primero sus labios jugando tímidamente.
Luego, las lenguas comenzaron a danzar, entre la desesperación y el deseo, olvidándose del tiempo y del espacio.

Alguien carraspeó cerca de ellos.
- Ejem.

Congelados, se detuvieron al instante.
Se soltaron y, al mismo tiempo, voltearon el rostro ante el intruso que había cortado su momento de amor.

Phana los miraba divertidamente, mientras sus rostros eran de pánico total.

En el Silencio De Nuestra AmistadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora