21. Declaración De Guerra

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Jake.

— ¿Entonces Emi? ¿Te quedarás? – preguntó Dom mirándola como perrito desamparado.

Les resumo: luego de darles la bienvenida oficialmente al grupo al trío de recién llegados, Angie llegó para avisarle a Cecyll que una chica se había ido del campamento, y que ella podía quedarse el resto del verano, en vez de unos días como ella lo tenía planeado.

A decir verdad sería divertido tener a más chicas en el grupo, ya que así no sufría sola la pobre Camile. Porque no voy a mentir, a veces fastidiábamos mucho a esa chica.

Pero eh, que sin bullying no hay amistad.

No logré prestarle atención a la decisión final que ella tomaba, puesto que Alex me distrajo haciéndome señas para que saliéramos a la cafetería, y para qué negarlo, moría de hambre.

Y por un momento mi mente dudo en quedarse, puesto todos estaban atentos a lo que ocurría, pero, como siempre era natural en mí, el hambre era más importante que la curiosidad.

Sin pensarlo más me escabullí junto a mi amigo fuera de la cabaña, procurando que Camile no nos viera, porque ahí si nos iba a regresar jalándonos por las orejas.

Al ya estar afuera, nos aseguramos de que nadie se había percatado de nuestra ausencia, y al ser así, nos tranquilizamos y nos abrimos paso rumbo a la cafetería.

— Oye, estas como callado, y eso no es normal en ti – me codeó Alex soltando una risa y abriéndose paso entre las puertas del lugar.

— Y no es normal en ti que notes cuando yo no estoy normal – le contrarresté tomando una bandeja y formándome en la fila.

— Y no es normal en ti que notes que no es normal en mí que yo note que no estás normal – me siguió el juego sin ganas de perder esta pequeña discusión.

— Y no es normal en ti que notes no es normal en mí que note que no es normal en ti que notes que no estoy normal – proseguí yo tomando mi comida y caminando hacia una mesa, con él siguiéndome a un lado.

— Okay, ya me perdí – soltó una carcajada a lo que yo me reí también – Conclusión: no somos normales.

— Concuerdo contigo amigo – afirmé para luego darle un mordisco a mi sándwich.

Como cosa rara, en vez de disfrutar mi querido almuerzo como una persona decente, escuché llegar a mi grupete de amigos con su entrada poco disimulada, bueno, que hablar, nosotros somos únicos y ya.

— Yo no sé tú, pero yo me voy de aquí – me murmuró Alex mirando por detrás de mí, que era donde estaban llegando los chicos.

— ¿Vinimos aquí a comer y ahora quieres sacarme sin tan siquiera terminar? – refunfuñé dándole otro mordisco a mi comida.

— Bueno, entonces tú – mientras hablaba más se encogía en su asiento mirando con terror a mis espaldas – encárgate del regaño que parece que nos va a dar Camile.

Sin darme tiempo a replicar logró irse por la parte de atrás de la cafetería antes de que llegara nuestra amiga.

Sé que Camile hace las cosas puro para asustarnos, no sería capaz de hacer las cosas que dice cuando nos amenaza, por eso no me encontraba asustado, de todos modos, no me pueden culpar, tenía hambre y el asunto no era tan interesante como para quedarse, así que yo hice lo mejor que podía hacer: satisfacer a mi estómago.

Y hablando de buenos amigos, sentí una mano posarse sobre mi hombro, a lo que al instante supuse que era Camile, a lo que me acomode en mi asiento listo para escuchar lo que proviniera, sin parar de comer obviamente.

Campamento AlawalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora