31. La Mafia

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Camile.

— ¿Por qué querrían tanto helado? – los chicos presentes me señalan en la bolita de mantas en la que me encontraba - Ya acabaron hasta con mi reserva privada que tenía, no les daré más.

— ¡Angie! ¿No ves que es de vida o muerte? – le reclama Jake, a lo que la pelirroja solo niega con la cabeza.

— Nadie va a morir Jake, es normal que estas cosas pasen a su edad y...

— Es muy amable que nos quieras dar una charla de ese estilo, pero me parece que no es el momento – le rechaza sutilmente Cecyll – Y si no nos vas a dar más helado, ¿Entonces qué hacemos?

— Recuerden presentarse a la actividad de hoy – dice y nos da una sonrisa antes de irse.

— Buena escapada – Alex suelta un suspiro, y vuelve a acercarse a mí.

— No tienen que estar aquí conmigo chicos, Lucas también es su amigo – me enrollo más en las mantas, cubriendo mi cara para que no pudieran verme – No soy nadie para que lo abandonen por mí.

— No te preocupes, mientras nosotros estamos aquí, Nathan, Dom y Travis están con él, y cada cierto tiempo nos vamos turnando – aclara Jake a lo que Emineko le da un codazo en el estómago, supongo que porque estaba dando mucha información – Lo que quiero decir, es que tú también eres nuestra amiga, y si nos necesitas, estaremos aquí para ti.

Abro los ojos, algo sorprendida por sus palabras, pues no me esperaba que dijera algo así frente a otros, y no puedo evitar sonreír ligeramente, pues era algo que necesitaba escuchar. Pero mi sonrisa se borra inmediatamente al oír la puerta abrirse, pero como estaba oculta no pude ver de quién se trataba.

— ¿Conseguiste más helado? – pregunta con ilusión Jake, a lo que supe que se trataba de Angie nuevamente, y al escuchar un bufido por parte del chico, supuse que la respuesta fue negativa.

— No – habla Angie confirmando mis pensamientos, a lo que se oyen varios pasos - Olvidé mencionarles que hoy es uno de los días que pueden usar Wi-Fi para poder comunicarse con sus seres queridos a la distancia, por eso les estoy entregando sus aparatos electrónicos, pero me los tendrán que devolver para la actividad, luego se los volveré a dar y luego me los entregarán al final del día – explica.

En eso siento como me entrega algo por debajo de las sábanas, dándome cuenta que era la tablet que había tenido que entregar al llegar a este lugar. Pues al recién llegar te piden todos tus aparatos electrónicos para entregártelos al final del campamento.

Luego de unos momentos saco mi cabeza dándome cuenta de que ya se había ido, y de que mis amigos estaban concentrados usando sus teléfonos, a lo que rodé los ojos sin decirles nada, pues al fin y al cabo estaban en su derecho de escribirles a sus familiares, y me dispuse a hacer lo mismo.

Le escribí a mi madre, la cual se sorprendió de saber de mí, estuvimos hablando un rato hasta que me avisó que tenía una guardia en el hospital, así que no sabía si podía escribirme de nuevo, por lo que nos despedimos. Por suerte me alegró el día el saber que estaba bien, y que las cosas no estaban tan mal en casa con mi padre.

Alcé mi mirada y vi que los chicos seguían hablando por sus celulares, así que volví a ver hacia mi tablet, pensando a quién le podía escribir, y mi vista se posa en uno de los contactos que tenía agendados, entonces le escribí, sin muchas esperanzas de que esa persona respondiera.

Mientras esperaba, observé a mi alrededor, recordando que tenía que agradecerle a Dominic por dejarme estar en su cabaña, ya que no tenía ánimos de aguantar a Chloe, y no quería quitarles su cabaña a los chicos.

Campamento AlawalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora