Prólogo

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Era de mañana, el cielo estaba despejado, el sol brillaba y no había señales de lluvia.

Desperté de un salto, era el perfecto primer día de vacaciones. Salí corriendo al gran salón de mi casa, donde estaba mi papá hablando por teléfono y mi mamá me estaba esperando para comer, bajé deslizándome por la enorme baranda de la escalera.

— Cuidado se cae señorita – me advirtió Gabrielle, la empleada.

— ¡Buenos días! – salté de la baranda antes de caerme – No te preocupes por mí Gab, sabes que sé hacerlo – hice una seña despreocupada.

— Buenos días hija – respondió mi madre y se levantó del sillón – Hasta que por fin despiertas – caminó hasta mí y me abrazó – Te he dicho que no bajes deslizándote, vamos a desayunar.

— ¿Y papá? – pregunté con las esperanzas de que desayunara con nosotras.

— Esta muy ocupado con su trabajo, es mejor no molestarlo – contestó como siempre.

Papá es adicto al trabajo, siempre esta viajando o en la oficina. No le gusta estar conmigo, dice que es una pérdida de tiempo valioso que puede usar para trabajar.

Ya estábamos en el comedor desayunando. Todo el último mes estuve insistiéndole a mi mamá para que me inscribiera en un campamento que ví por internet, queda en Ohio.

— Hija – la voz de mi mamá me sacó de mis pensamientos – ¿Podemos hablar algo importante?

— Claro madre ¿De qué quieres hablar? – por un momento pensé que me diría que me mandaría a casa de la tía Layra durante las vacaciones, sus animales disecados dan miedo.

— ¿Recuerdas que me mencionaste aquel campamento que encontraste por internet?

— Si... – ¿Es lo que creo que es? ¡No puede ser!

Siempre quise ir a un campamento, aprender a vivir rústicamente, encender fogatas, escalar, y bueno, todo lo que se hace en un campamento. Pero a mi mamá no le agrada la idea, le parece muy peligroso, siempre dice: "¿Sabes cuantos niños han ido al hospital por ir de campamento? Prefiero no arriesgarme a que te pase lo mismo".

Yo quiero mucho a mi mamá, pero me parece algo exagerado, sé protegerme sola, ¡Ella misma me inscribió en clases de karate y gimnasia!. Espero que haya cambiado de opinión...

— Bueno, estuve charlando con tu padre – no podía creer lo que me decía – Como sacaste muy buenas notas finales en el colegio, y como estuviste muy insistente, pues llegamos a la conclusión de que mereces ir al...– no dejé a mi mamá terminar de hablar ya que me le lancé para abrazarla, estaba demasiado feliz.

— Gracias mamá, muchísimas gracias – dije para luego soltarme del abrazo.

— Aprovéchalo, oportunidades como ésta no se presentan todos los días – se levantó y se acercó a mí – Te voy a extrañar hija.

— Yo igual mamá – terminé de decir esto y me fui corriendo a mi cuarto a empacar mis cosas.

(...)

Creo que debería contarles sobre mí...

Me llamo Camile Rodriguez, tengo 14 años. ¿Cómo es mi apariencia? Pues tengo la piel morena, los típicos ojos marrones, soy de estatura normal -o eso digo yo, pero todos me dicen enana-, tengo el cabello un poco largo y rizado. Me considero amable, alegre, divertida, creativa, muy positiva y me encantan las aventuras.

Vivo en Madison, Wisconsin; soy hija única. Mi madre, Claire, es una de las mejores cirujanas del estado. Mi padre, Oscar, es un abogado muy reconocido.

Muchos creerán que soy una niña mimada que por tener mucho dinero se cree la dueña del mundo, pero no es así, soy todo lo contrario, odio tener tanto dinero; que me hagan todo, tener la vida hecha, que se me acerquen nada más porque tengo dinero. Tan sólo quiero ser tratada como una chica normal.

Y no, no soy la tipica fresita con un monton de amigos superficiales que no tienen nada que hacer con sus vidas ademas de molestar a las otras personas. Soy, podría decirse que "la nerd" pero no por ser tímida y reservada -porque soy todo lo contrario-, sino porque soy muy estudiosa y aplicada. Y, pues porque solo tengo dos amigas, pero ellas me aceptan tal y como soy.

Cuando ya tenía todo listo, fui hacia la biblioteca, donde casi siempre mamá está, para preguntarle que día me iba, pero mientras me acercaba a la puerta escuchaba gritos.

¡Te dije que le dijeras que no! ¡No voy a gastar mi dinero en algo completamente innecesario!
Reconozco esa voz... ¡Es la voz de papá! Seguro le está gritando a mamá, odio que lo haga.

— ¡Por una vez deja de pensar sólo en ti y en tu estúpido dinero! ¡Nos lo estuvo pidiendo por años!
— ¡A mi no me importa lo que pida esa mocosa! – no quería seguir escuchando, pero tenía que pararlos.

— ¡Es tu hija!

— ¡Es sólo un error que nunca debió haber pasado! ¡Debí haber tenido un hijo varón! ¡Él sería mi mi heredero!

— ¡Ya basta! – entré con lágrimas en mis ojos – ¡Ya paren de pelear!

— Hija ¿Tú nos escuchaste?

— ¡Sus gritos se escuchan en toda la casa!

Mi papá se paró en seco, le preocupa que pensarán los sirvientes de la casa, su reputación es lo segundo más importante en su vida, luego de su dinero.

— ¿Saben qué? Te voy a enviar a ese campamento – dijo señalándome – Así no te tengo que soportar por dos meses.

— Nos vamos mañana temprano, anda a dormir – me dijo mi madre, se le notaba la tristeza en su voz, pero intentaba ocultarla.

— Está bien – contesté para darle una última mirada a mi padre y salir de ahí.

Fui a mi habitación para arreglar mis cosas y dormir. Estaba feliz, por fin iba a poder ir, pero, no estaba segura si ir, no quería dejar a mamá aquí con papá sola ¿Y si pelean de nuevo pero peor?
¿Y si golpea a mamá? Es capaz, no quiero arriesgarme.

Toc toc

— ¿Hija puedo pasar?

— Claro mamá, pasa.

— ¿Estás emocionada? – preguntó sentándose en mi cama.

— Si – dije un poco insegura, pero intenté disimularlo para que mi mamá no se diera cuenta.

— Te veo dudosa ¿Qué tienes? – estúpido instinto de madre.

Suspiré y baje la mirada. Mi madre sabía cuando estaba mal, y sabía como mejorar mi ánimo.

— Es que no te quiero dejar sola con papá.

— Tranquila, voy a estar bien – dijo limpiando una lágrima que se me escapó – No te preocupes, no tienes que dejar de ir por mí – me puso un mechón del cabello detrás de la oreja, se levantó y justo antes de irse se recostó en el marco de la puerta y se volteó hacia mí – Descansa, mañana tienes un gran viaje que hacer.

— De acuerdo.

Mamá salió de mi habitación. Me recosté en mi almohada y me quedé dormida. Este sería un laaargo verano.

Campamento AlawalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora