12. Perdidos

129 12 1
                                    


Camile.

— Oh no, yo con animales no me meto más, de milagro y me salvé del angry bird – se negó Nathan.

Estábamos pensando, no sabíamos cómo íbamos a conseguir uno que no estuviera furioso como todos los animales aquí.

— No especificaron si tenía que estar vivo o muerto, podríamos buscar uno en la cafetería – Travis se encogió de hombros.

— ¡No! Es obvio que lo piden vivo no serían tan crueles – puse una mueca de horror de tan solo pensar eso.

— Entonces empecemos a caminar para poder conseguir uno rápido, si no nos apuramos no seremos los primeros – apresuró Lucas y nosotros lo seguimos.

— ¡¡¡¡¡¡¡CONEJITOOOOOO!!!!!!! – grité señalando a la criatura que al verme me miró con horror y salió saltando – ¡Espera! ¡No voy a hacerte daño! – corrí tras él casi hipnotizada por su ternura.

— ¡Camile espera! – y Lucas empezó a correr.

— ¡Puede tener rabia! – Nathan le siguió.

— ¡Mira por dónde vas! – Travis corrió también.

Lo perseguí hasta un lugar en el bosque muy alejado del campamento, donde el conejo dejó de saltar, supongo que ya se había cansado.

— Tranquilo... – me iba acercando lentamente – Nunca le haría daño a un animalito tan tierno – parecía que él se iba a acercar a mí.

— ¡Te tengo! – saltó de repente de los arbustos hacia el conejito, haciendo que éste saliera saltando de ahí.

Comencé a perseguirlo, con esa persona siguiéndome también.

— ¿No pudiste haber sido menos brusco? – le dije aún corriendo.

— Eso se llama efecto sorpresa, de esa manera era más fácil atraparlo – aclaró Jake como si fuera obvio.

— ¿O tal vez tratarlo con amabilidad? – le ofrecí, escuché pasos detrás, sabía que era mi equipo y su equipo – Además, ese conejo es mío.

— No veo que tenga tu nombre escrito – Alex sonrió burlonamente, alcanzándome.

— ¡Pero yo lo vi primero! ¡Yo lo empecé a perseguir primero! – ya empezaba a tener la respiración agotada, y tenía la vista un poco borrosa.

El conejo dejó de saltar, no entendí porque, no se veía cansado. Luego de unos segundos noté porque se detuvo.

— ¡CUIDADO! – íbamos a demasiada velocidad, pero pude detenerme justo a tiempo, en el borde del acantilado muy alto, una caída bastante considerable.

Lo malo es que mis amigos no pudieron parar a tiempo, empujándome y haciendo que todos cayéramos, incluyendo al pobre conejito.

Todos gritábamos mientras veíamos como el suelo se acercaba cada vez más a nosotros, era nuestro fin.

— ¡Fue un gusto haberlos conocido dos veces chicos! – grité.

(...)

Desperté al sentir cosquillas en mi cara, abrí los ojos y vi que estaba sobre un arbusto, con algunos rasguños y moretones, con el conejito de antes olfateándome, estaba intacto, lo acaricie un poco, al parecer ya me agarró confianza.

Pero esperen... ¡Estoy viva!

— ¡ESTOY VIVA! – me levanté del suelo en el que estaba acostada de golpe, pero me quedé sentada.

— Igual yo... – dijo Jake sin muchas fuerzas, bajando de un árbol un poco alejado.

Me volteé a verlo y tenía en las rodillas y piernas cortadas que se veían un poco profundas.

Campamento AlawalaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora