Profesores

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Tranquilidad, que aún queda verano. No voy a presionaros con el hecho de que ya se va acabando Agosto; los anuncios de la Vuelta al Cole ya hacen ese trabajo. El motivo de que esté escribiendo esto es: ya me voy haciendo a la idea de que ya no soy una estudiante como tal y que ya no es obligatorio para mi estudiar (aunque seguramente lo haga), por lo que me apetece hacer unas menciones especiales de ciertos profesores y profesoras que o bien me ayudaron o me las hicieron pasar canutas.


1. Mi profesora de la guardería.

Esta mujer es la definición de un ángel. No había niño o niña que no la quisiera como a una segunda madre. Ella fue la primera persona que tuvo que soportarme en el ámbito académico y la primera que se dio cuenta del potencial que tenía mi cerebro en realidad. Hace un año me encontré con ella en una cafetería, cuidando de su nieta, y empezamos a hablar de su experiencia conmigo. 

"Reina Mora (así me llamaba), tú fuiste la persona que hizo que me encantara enseñar y la persona que más me logró desesperar al mismo tiempo." Un día, unos inspectores de Educación vinieron a la clase para evaluar a la profesora en sus métodos de enseñanza. Y yo, como la enana de 2-3 años que era, le hice la vida imposible. Los examinadores, para su sorpresa, la alabaron tras todo aquello. "Ha sido increíble. Esa niña parecía ignorarla a usted y al resto de sus compañeros. Sin embargo, ha logrado leer la lista de nombres del revés y ha respondido a todas sus preguntas de matemáticas. Se nota el trabajo que está realizando con ella; siga así." Ahí fue cuando mi profe me empezó a querer en el sentido de "te adoro, pero hostias.".


2. Mi profesora de Matemáticas de 3º.

Voy a ser honesta. Al principio me era imposible tragar a esta mujer. 

En un examen recuerdo que se me acabó la tinta del boli y por ello, tuve que usar el lápiz. Me quitó el lápiz diciendo "¡Pero bueno! ¡Que tienes que usar el bolígrafo!". Le pedí uno de sus bolis, su respuesta siendo "no". ¡¿Pues que querías que hiciera, mujer?! 

¿Recordaís en un capítulo anterior que hice una respuesta extraña y lógica en un examen de matemáticas que resultó en la profesora llamando a mi madre? Bien, esta era la mujer en cuestión. 


3. Mi profesor de Naturales.

Cuando llegué a la ESO, no hacía más que oír cosas acerca de un cierto profesor que me tocaría. "Cuidado con ese profesor; ni se te ocurra tocarle las narices." "Es el más estricto del colegio." "Como te pille con chicle, date por jodido." Yo mentalmente ya me preparaba para conocer a semejante "terror estudiantil", hasta que lo vi por vez primera.

Imaginad a un gnomo de jardín, con una camisa a cuadros, algo rellenito, sin gorro picudo y con una coronilla por pelo. ESE era mi profesor físicamente. Mentalmente, me descojoné. ¿ESE era el gran y temido profesor? ¿Un gnomo de jardín? Por favor.

— Buenos días. —

Aquella voz me hizo callar, dejándome de piedra. Grave, profunda como el Gran Cañón, reverberando en mis oídos. Y aquello era el principio. Los rumores... ERAN CIERTOS.

¿Tenías chicle en clase? Él te decía lo siguiente: "Cómprame una caja de los mismos chicles que estás comiendo en el plazo de una semana, o te pongo nota de conducta por desobediencia." ¿Cometías faltas en un examen o te dejabas una mayúscula? Se convertía en un profesor de Lengua inmediatamente. 

Voy a ser honesta: estudié en los cinco primeros exámenes y los suspendí. En el sexto tema (recuerdo aún que era de volcanes), me harté y decidí "ponerme en huelga". No iba a estudiar para nada; ni tocar el libro. Hasta decidí distraerme en las clases a propósito. Hasta que él hizo lo siguiente:

¿Quién es Naito?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora