Capítulo 13

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3 meses antes

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ARTHIT

— ¿Estas bien, Arthit?

Namtan y él estaban en su nuevo departamento, ella acababa de salir del baño y tenía su cabello aun envuelto en una toalla, él ya estaba completamente vestido, observando la misma imagen en su celular por al menos treinta minutos.

Namtan fue ignorada por completo. Al principio creyó que Arthit no había volteado a verla porque quizá estaba demasiado avergonzado de verla pasearse por el departamento casi desnuda, con sólo una toalla cubriendo su cuerpo. Había sido un movimiento osado de su parte, lo sabía, más por ese extraño enamoramiento que Arthit sentía por su hermano menor, Kongpob, pero ya habían pasado tres meses desde que comenzaron a salir de verdad, y estaba desesperándose.

Al menos Namtan creía que estaban en una relación, una de prueba, como ella misma le había dicho a Arthit.

Jay había roto con ella y Arthit estaba realmente confundido. Ambos se necesitaban el uno al otro para olvidar todo lo demás, así que, ¿por qué no intentarlo?

Namtan vio la espalda de Arthit, él seguía sentado en el borde de la cama, concentrado en el teléfono en sus manos, como si esa fotografía tuviera los secretos del universo en ella. Ignorando todo a su alrededor. Namtan no podía ver su cara, pero cuando gateó en la cama y abrazó su cuello, pegando sus pechos a su cuerpo, la rigidez de Arthit fue lo primero que activó una alarma en su cabeza. Lo segundo, la fotografía. Era una de Kongpob con una camiseta hawaiana.

— ¿Es N'Kongpob?—preguntó Namtan aunque claramente lo era.

Ella se preparó para una reacción apenada de Arthit, quizá que él quitara rápidamente la publicación y se sonrojara por ser sorprendido viendo la fotografía de su hermano menor. Pero no, en la reacción de Arthit hubo algo más profundo, más inquietante y preocupante que le hizo a Namtan retroceder y sentarse a su lado.

— ¿Está todo bien?—preguntó con tono más serio. Arthit apagó la pantalla del celular sin responder.

Namtan vio el sudor en la frente de Arthit, el color faltante en sus mejillas, y sus ojos que comenzaron a apretarse.

Ella le tocó el hombro. Arthit no se apartó.

— ¿Estas bien?—insistió porque era lo único que Namtan podía hacer.

Esa vez, para su suerte, Arthit negó con la cabeza. Fue un simple movimiento.

—No—balbuceó Arthit—, nada está bien.

Namtan frunció los labios, confundida, y ansiosa por preguntar e insistir en saber a qué se refería, aunque estaba segura que tenía que ver con Kongpob.

Porque con Arthit, todo tenía que ver con su hermano menor.

Pero Arthit no dijo nada más, como si volviera a ser atrapado por sus pensamientos. Absorto en algo dando vueltas en su cabeza. Y si ella no se lo sacaba, la información se quedaría ahí, atrapada hasta que Arthit volviera a explotar como esa vez en su comedor.

— ¿Tiene que ver con la fotografía?

Namtan esperó. Arthit suspiró tan largo y tendido, que ella creyó que zanjaría el tema para siempre, y nunca lo sobria.

Pero él habló. Lo hizo. Y quizá ella no debió insistir.

—Todo se está volviendo muy inquietante, Nam—comenzó a decir Arthit. Él apretó su teléfono en su palma, hablando sin mirarla, con los ojos fijos en el suelo—Mi hermana Hume subió las fotografías de ese día, de cuando te presenté a mi familia, entonces cuando comencé a pasar las imágenes hubo algo que llamó mi atención. Cuando fuimos no noté nada raro. Estaba muy nervioso por...—, Arthit se detuvo, él se mordió los labios como si le apenara recordar ese incidente—, ya sabes, lo que pasó esa noche en mi departamento. Pero cuando Kongpob actuó tan natural, creí que posiblemente él se fue en cuanto escuchó ruidos en mi habitación. No lo sé...pero...

Podría ser menos complicadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora