Capítulo 18

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Martes 19 de marzo del 2019

Cuando llegamos al sauce Rachel se arrodilla frente a él, la escucho romper en llanto y no se que hacer. Y decido dejarla sentir su dolor en paz por lo que me alejo un poco y le doy su espacio. Los minutos pasan y se convierten en una hora, pero ella permanece arrodillada ―Dios me la dio y Dios me la quito ―. Cuando recibí la noticia de que mataron a mi hija le reclame por primera vez, siempre eh sido una mujer de fe ―, cuando me piden reducir el sentido de la existencia en una oración, siempre les contesto a mis pacientes: ―Dios. Al menos que no lo creas.

― ¿Por qué estás ahí arrodillada? Pregunto y al instante me siento ridículo. ¿Después de sus palabras tan profundas eso es todo lo que pude decir? Pero, ella no ríe ante mi pregunta y sonriendo me dice: ―Me llamaras loca, pero le estoy dando gracias a Dios por prestarme a mi niña en el lugar en donde se la llevo.

― ¿Como no puedes guardarle rencor? Cuestiono incrédulo. ―Por amor ―dice mientras lentamente sujeta un piedra extraña, observo y no lo creo es un corazón sangrando. ― ¿Alden? Cuestiona Rachel mientras me muestra la piedra que sujeta y entonces reacciono ¡Suéltala! Es evidencia. Digo mientras siento como ese rayito de luz llega a mi corazón. Ese rayo que a veces es una bendición y otra veces es la muerte misma; esa cosa que llaman esperanza.

Las raíces de un sauce llorónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora