VENTINOVE.

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MARATÓN 4/6.

Cristóbal.

Era Viernes, hoy le había dicho a la Sofi que iba a salir con el Felipe así que ella se iba a quedar con nuestras wawas junto a su mamá y la Alaska.

—¿De verdad vas a saliiiiir? —alargó la i mi polola haciéndome un pucherito, nuestros hijos se encontraban con mi suegra ahora así que teníamos la pieza sola para los dos.

Me acerqué a la Sofí dándole un beso en su frente y le acaricié el pelo; amaba estar con ella, esperaba que fuera así por un largo tiempo.

—Sí mi amor, ya me comprometí con el Felipe, pero tranquila, que es una junta de ex compañeros no más, no va a haber nada raro, si querís te traigo algo de ahí —le dije antes de terminar de abrocharme la camisa y acomodarla fuera del pantalón, me senté a su lado pasando mi brazo por sus hombros—. Te amo, no te portes mal y cualquier cosa que pase, con suma urgencia me llamas, ¿sí? —ella asintió respondiendo que me amaba de igual manera, nos dimos un beso y sentí la bocina, esta vez el conductor asignado era el Pipe así que no tenía porque ir en mi auto.

Me despedí por última vez de mi mujer dándole un beso de nuevo porque ajá, amo sus besos, salí de la pieza bajando las escaleras de par en par y cuando llegué a la planta de abajo, mi suegra se encontraba dándole la leche a la Galadriel.

—Cuídate mucho hijo, no bebas demasiado y no llegues tan tarde —me dijo antes de acercarse a mi con mi hija, le di un beso en la frente a la mamá de la Sofí, un beso a mi hija en su mejilla y uno en la cabeza al Santi.

Salí de la casa encontrándome el Audi negro de mi mejor amigo, le sonreí al Pipe subiéndome en el asiento de copiloto, nos abrazamos y emprendimos camino hacia la casa del Gerardo.

(..)

Eran las 12 de la noche y las cosas iban relajadas, con los cabros estábamos jugando Resident Evil 5 en la Xbox hasta que sentí que mi celular vibraba, era la Alaska, supuse que no era nada urgente así que corté para seguir jugando.

Nuevamente el teléfono sonó y dejó ver el nombre de quien me llamaba, esta vez era mi suegra, así que le contesté.

Llamada entrante.

—Aló suegra —dije alejándome de los cabros para salir afuera, le entregué el control al Felipe.

—Hijo, no sé qué pasó, nosotras... nosotras salimos a dar una vuelta no más y cuando volvimos... —se escucharon sollozos, provenientes de ella y de alguien más.

—Suegra, ¿qué pasó? Me está asustando —dije y sentí como el Felipe aparecía por detrás tomándome del hombro con su mano, dejando caricias en él.

—La Sofi... Mi Sofi, me arrebató a mi Sofí... —dijo antes de soltar en llanto, algo le había pasado a la Sofía y no entendía bien.

—¿A qué se refiere con eso? Suegra, ¿mis hijos están bien? ¿Mi polola está bien? —pregunté, pero su llanto me respondió—, ¿hay alguien ahí?

—Hola, cuñadito, sí, aquí estoy —respondió la Alaska, alejándose un poco de mi suegra—.
Cristóbal, lo que te voy a decir quizás sea lo peor que vas a escuchar, pero por favor, necesito que tengas la cabeza fría y seas fuerte, porque mi mamá te necesita y tus hijos también —no quería suponer lo peor, pero dicho aquello, lo tenía claro—, a la Sofía la mataron, la mataron en la pieza, con el Santi y la Gala presente, ellos estaban llorando cuando nosotras llegamos de comprar, lo pillamos con las manos en la masa, fue fuerte, pero pudimos saber quién fue... fue el Dante —Tanto yo como el Felipe apenas escuchamos el nombre, nos hirvió la sangre—. Te esperamos en la casa, hay que descansar para enfrentar el mañana, mañana nos van a interrogar por el Dante y el Lunes se va a juicio, nunca antes visto en la justicia chilena —rió a lo que yo también reí, cortó la llamada y el Pipe me abrazó.

NIÑO MAL PORTAUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora