TRENTUNO.

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MARATÓN 6/6.
FINAL.

Felipe.

Hoy, hoy es el funeral del Cristóbal.

El funeral de mi mejor amigo, del que me apañó desde cabro chico, de aquel que me daba comida cuando yo no podía llevar, hoy me tocaba despedirme de ese aweonao.

Llevo parado frente el espejo hace como 15 minutos y la Maite me estaba esperando abajo para ir al funeral, pero no me sentía preparado, no quería estar ahí y ver a mi mejor amigo en un cajón, no me sentía listo.

Sentí la puerta abrirse y apareció mi mamá, apenas me vio, se dirigió hacia a mí para abrazarme, su abrazo me reconfortó pero aún así comencé a llorar.

Lloraba y lloraba, sentía un dolor que nadie me podría alejar.

—Tenemos que irnos, wawita, nos están esperando —dijo mi mamá separándose del abrazo y secando mis lágrimas, asentí ofreciéndole mi brazo para que lo tomara cosa que ella hizo, salimos juntos de la pieza.

Bajamos las escaleras hasta que llegamos a la planta de abajo, encontré a mi polola junto a mi papá, ellos me sonrieron. Salimos de la casa subiéndonos a mi auto, esta vez manejaba mi viejo, para yo poder concentrarme solo en lo que debía decir y la vuelta no iba a ser tan difícil.

Llegamos al cementerio general, ya que allí iba a ser el funeral y nos bajamos del auto. Tomé a la Maite de la mano mientras que mi mamá se agarraba de mi brazo y del brazo de mi papá, de esa manera nos adentramos a aquel cementerio en donde se encontraba mi mejor amiga y mi mejor amigo.

Había gente ya allí, ex compañeros, el director, ex profesores y familiares, todos estábamos de luto por esta pérdida, pero ahora venía la peor parte, yo hablando.

El cura a cargo de hacer descansar en paz a mi mejor amigo, me dio el pase para hablar y me dirigí hacia el cajón, colocándome en la cabecera.

Suspiré acomodando mis brazos sobre el atril, miré a cada uno de los presentes, desdoblé una hoja de cuaderno en donde tenía escrito todo y la apoyé allí mismo, tomé un poco de aire para comenzar a hablar.

—Cristóbal Alejandro Lefebvre Volkov, padre, hijo, hermano, tío, sobrino, compañero, mejor amigo, pololo de la Sofía, eterno enamorado de dicha muchacha. Nos conocimos en octavo básico, quizás antes y no lo recordamos, nos hicimos inseparables ese día en que me pediste goma para borrar algo de tu prueba y poder concentrarte, porque te escuché decir "ahora si me puedo concentrar en la prueba" o algo parecido.

Quién diría que aquel niño de cabellera café y tez blanca iba a terminar siendo el mejor amigo de alguien como yo, un tipo con casi nada que decir, callado por las suyas pero bravo cuando buscaban a sus amigos —un nudo en la garganta se hizo presente y negué, tragué en seco para continuar hablando—, nuestra amistad iba más allá de un "mejores amigos", tú eras mi hermano, mi compañero de vida, el que siempre estaba cuando no sabía a donde ir, el que me daba alojo cuando quería desaparecer de mi casa por x motivo ya superado, eras aquel amigo que todo desearía tener, eras leal, fiel a tus principios, empático con las otras personas, un comediante de primera, un gran hermano, un increíble papá —una lágrima cayó por mi mejilla y la sequé casi de inmediato, di vuelta la hoja pero negué, guardé el papel en mi bolsillo para continuar hablando—. Ibas a ser un papá ejemplar, sabía lo que tenías planeado para la Gala, para el Santi, para tu futuro junto la Sofi, te fuiste muy temprano hermano, tenías toda una vida por delante y yo te iba a estar acompañando, pero ahora es al revés.

Tú me acompañarás a mi, como siempre lo has hecho, no se muere el que se va, se muere el que se olvida, y tú compañero mío, serás recordado por todos nosotros, por todos los que están aquí presentes y por tu pololita, que justamente cómo deseaban ambos, están enterrados al lado —sonreí al ver la lápida de mi mejor amiga junto ahora, la del Cristóbal—. Te amaré por siempre, hermano, gracias por brindarme años de amistad y de confianza, vuela alto, nos vemos en la otra vida —terminé de hablar y volví a mi puesto junto a mi papá, él me abrazó por los hombros regalándome una amplia sonrisa.

Finalmente enterramos todos juntos a mi mejor amigo, fue la mejor manera de despedirme de él, creo.

(...)

DIEZ AÑOS DESPUÉS.

Pía.

—Hola hermanito, ya sabes a qué vine, mi visita mensual, la cual ya parece ser semanal—hablé mientras me sentaba a un lado de la lápida de mi hermano, hace 10 años que murió, lo mataron, yo tenía apenas siete años cuando se me fue y sus dos hijos tenían dos meses, eran chiquititos pero desde que tienen uso de razón, saben que su papá no es ni el Felipe ni el abuelo, si no que el Cristóbal—.
Hoy cumplí diecisiete, han sido los diez años más difíciles sin ti hermano, pero hemos podido avanzar de a poquito, ayudé a la tía y a mi papá a criar a tus dos bebés, quienes ya están en cuarto básico, han sacado primer lugar desde primero básico y creemos fuertemente que este año también lo sacarán, espero que siga así para la media —reí sintiendo un cálido viento pasar por detrás mío, supuse que se trataba de él—. Hoy vine con mi pololo, me está esperando en el auto afuera del cementerio, me hubiera encantado que se conocieran y que fueran amigos, porque es casi igual a ti, igual de tonto y de tierno con su polola —sin darme cuenta, comenzaron a salir lágrimas de mis ojos y negué—, te extraño muchísimo, sea donde sea que estés, por favor nunca me abandones y quédate conmigo toda la vida si es posible, aunque suene injusto porque sé que tu alma debe descansar en paz, pero en verdad no quiero perderte más allá de lo que ya te perdí —con la manga de mi polerón, limpié mis moquitos y me levanté, ya era hora de irme—, vengo en tres días más, te contaré con lujo y detalle como resulta la fiesta de hoy con la familia y como resulta la fiesta de mañana con mis amigos, te amo por siempre —di un beso a la lápida de mi hermano que obviamente con mi familia y la familia de la Sofi nos encargamos de limpiar, ambas lápidas—, descansa Sofí, a ti también te extrañamos demasiado —dije para luego caminar hacia las afueras del cementerio, encontrándome a mi pololo fumándose un cigarro, apenas me vio me dedicó una de esas sonrisas que tanto me gustan. Apagó el cigarro y me dio un casto beso—. Gracias por esperarme, amor.

—No hay problema bonita, ahora vamos a tu fiesta, tu papá nos está esperando y no quiero que me cuelgue —reí subiéndome al auto al igual que él, prendió marcha y de inmediato, dejé de ver el cementerio.

Que vida más difícil ha sido sin el Cristóbal y sin la Sofía, pero seguiremos luchando por seguir adelante, por él, por ella y por nosotros.

FIN.

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me toca despedirme de estos preciosos personajes y estoy: llorando

Espero hayan amado al Cristóbal, a la Camila, al Dante(no mucho), al Felipe, a la Maite, a la Pía, a la Sofía, a la Alaska, al tío papá del Cristóbal, a la tía mamá de la Sofía, al tío papá del Felipe, a la tía mamá del Felipe, a cada uno que existió dentro de esta novela.

Quiero dar las gracias a toda la gente que leyó esta novelita(ok los amo), que hicieron que le dedicara mi 100% a esta novela que en verdad tanto amé y espero que ustedes también.

Claramente esta no va a ser la última vez que lean una novela mía, espero tengan ansias por las próximas que se vienen, les tengo sorpresas bebéssss.

Recuerden seguirme en mi Instagram si así lo desean(es obligación, vayan): @/charlespulento.w

LES AMO❤️🧡💛💚💙💜🖤

NIÑO MAL PORTAUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora