VENTITRE.

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Felipe.

Mi papá había regresado a la casa, no simplemente por el día de Lunes, si no para quedarse durante un largo tiempo, toda la vida quizás.

Mi mamá se veía feliz, era lo único que me importaba en realidad.

Eran las 7:40 de la mañana del día Miércoles cuando decidí que era la hora para ir al liceo, a los cuartos medios nos dejaban llegar tarde pero aún así no quería aprovecharme de eso porque quería disfrutar al máximo de mis últimas alianzas junto a mis compañeros y la Maite.

La Maite...

Nunca creí que me iba a pescar, valió la pena todos los errores cometidos, los altos y bajos que tuvimos durante el año.

Finalmente lo decidí, le iba a pedir pololeo y se lo voy a pedir hoy, aunque sea todo a última hora lo voy a hacer.

Las tías del kiosko me aman así que de más me venden una cartulina, tengo fotos imprimidas de los dos en mi cajón, plumón como para rayar —obvio que tengo si ando rayando como se me da la gana las paredes de Santiago—, y silicona me consigo allá.

Saqué las fotos del cajón y las metí en el único cuaderno que llevaba al liceo, me puse una polera de Capitán america que me había comprado junto al Cris —obvio que él se compró la de Iron man—, los pantalones de buzo junto a mis zapatillas, me colgué la mochila al hombro y salí de mi pieza con un objetivo claro; pedirle pololeo a mi iñora.

Me despedí de mis viejos con mi mano toda bella, obvio y salí encontrándome el auto de mi mejor amigo, por estas hueas amo al Cristóbal.

—Wena weoncito, hoy le pido pololeo a la Maite —abrí la puerta de copiloto saludando a mi mejor amigo, encontrándome a una Sofía en los asientos de atrás con una sonrisa amplia; chucha, me pillaron—, te iba a contar mejor amiga preciosa, te lo juro.

—Amigo, yo te ayudo, no seai tonto si hoy es un bonito día y amanecimos con todas las ganas de ganar estas alianzas culias —dijo mi mejor amiga antes de que el Cristóbal avanzara hacia nuestro destino, el liceo culiao.

(.....)

Luego de un viaje algo hueón porque el Cristóbal quiso meterse por atajos y terminó perdiéndose, uno que otro tomo de loro que nos hizo rebotar en los asientos, llegamos a nuestro fiel destino.

Mi primera parada junto a mi mejor amiga fue en el kiosko que se encontraba casi vacío, ¡bacán po!

—Hola tías preciosas de mi corazóooon —alargué la "o" antes de dedicarles una sonrisa a ambas—, necesito que me hagan un favorcito, chiquito —ambas se acercaron hacia donde estaba yo colocándome sus orejas frente de mi y les susurré lo que necesitaba con lo que tenía planeado. En cosa de un minuto, me entregaron las cartulinas junto a una silicona—. ¡GRACIAS! ¡SON BACANAS!

Con la Sofía nos fuimos a la biblioteca porque nadie iba a estar ahí si estaban todos en el patio jugando ping-pong.

Nos sentamos en una mesa colocando las dos cartulinas de color rojo sobre ella, la Sofía le puso un poco de silicona en un lado de una cartulina y pegó la otra sobre ésta, una al lado de la otra.

Le dediqué una de mis mejores sonrisas mientras sacaba un plumón negro, ella entendió a la par que negaba con la cabeza y se acercaba hacia el lado que yo estaba para comenzar a escribir.

"¿Quieres pololear conmigo, Maitecilla?"

Le quedó con una letra cursiva de puta madre, oh si, oh si.

Luego de ponerle uno que otro corazón alrededor, decidimos que era hora de pegar las fotos, así que saqué una por una del cuaderno pasándoselas y dejando que ella las pegara a su manera, en total eran cinco fotos; caían a la perfección en la cartulina.

(..)

En uno de los recreos, con la Sofía unimos a nuestra alianza completa para tener la idea clara de cómo podía pedirle pololeo bonito a la Maite, unos se ofrecieron dándonos chocolates y otros se ofrecieron a darle un tour por el liceo para distraerla hasta que nosotros estuviéramos listo, aceptamos ambas ideas.

Un grupo se fue a comprar chocolate al kiosko mientras el otro se iban a buscar a la Maite para distraerla lo suficiente.

Con la Sofía y un par de personas más nos fuimos al patio principal para colgar el cartel en las rejas que estaban detrás de la galería.

Al estar ya colgado, coloqué a tres hueones cubriendo el cartel y les dediqué una sonrisa observando cómo la Maite ya venía llegando.

Los del grupo que compraron el chocolate, se interpusieron en su camino entregándole uno tras otro hasta que finalmente llegó hasta donde estábamos con los cabros.

Ella me miró con confusión y les hice una señal para que destaparan el cartel; pude ver su rostro lleno de emoción y felicidad, bajé de la galería quedando frente a ella.

Rodeó mi cuello con sus brazos repartiendo besos en mi rostro y entre besos, me respondió.

—sí Pipe, sí quiero pololear contigo —continuó dejándome besos por el rostro y mis labios, mientras que yo no podía evitar sonreír.

El Cristóbal estaba detrás grabando todo, secándose una lágrima imaginaria, típico de él.

Los de mi alianza estaban aplaudiendo como locos y así fue como la mujer más linda de la vida, terminó siendo mi polola.

(..)

Cristóbal.

Luego de la propuesta del Felipe, teníamos que quedarnos en el liceo junto a todos los demás cabros para decidir quién sería nuestro rey y nuestra reina de alianza.

Los votos iban a favor mío y de la Sofía, pero también estaban el Felipe con una mina que al menos yo, no cachaba.

Era bonita, petiza y pelirroja, supongo que era del tercero, la Maite se pondría celosa de seguro.

Finalmente ganamos la Sofi y yo, éramos los reyes, no teníamos necesidad de comprar coronas porque la que le regalé la vez que le pedí que volviera conmigo.

Nos tomaron unas medidas para el traje de rey y reina, le hacía muecas a la wawa para que se riera porque sentía que se puso muy seria, pero no era así, su risa inundó la sala en donde solo se encontraban un par de personas de todas las que éramos hace un rato.

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hola hola bebés 🤕💖

espero estén pulentiiiito.

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les amo. ❤️🧡💛💚💙💜🖤

NIÑO MAL PORTAUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora