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JungKook salió de la habitación sin decir nada, y Hye se quedó parada en la puerta observando al chico sonrojado mirando a la nada.

— ¿Qué haces en el suelo? — Preguntó la mujer. — ¿Me he perdido de algo?

Oh, pues, al parecer, su hijo me ha dado un beso.

JiMin sacudió la cabeza y miró a Hye con una tímida sonrisa.

—No, no, de nada.

Minutos más tarde, JiMin bajaba las escaleras junto a Hye, quien miraba al castaño con una ceja alzada. El sonrojo en las mejillas del chico no había desaparecido, y sus piernas parecían gelatina cada vez que daba un paso. ¿Qué habría pasado para que JiMin actuase así de un momento a otro?

No le dio más vueltas al asunto, y se dirigió hasta la cocina siguiendo al castaño (todavía muy nervioso de ver a alguien en particular)

Entraron y a JiMin casi se le cae el alma a los pies.

Todo lo que había estado pensando minutos antes sobre JungKook, fue borrado de inmediato.

Sus teorías de que podría ser gay. De que podría gustarle. De que el beso no había sido un error para el azabache.

Todo eso fue gracias a la imagen frente a él; JungKook, con una sonrisa en los labios, de esas que derretían al pequeño castaño, se encontraba abrazado a una chica un poco más baja que él. Los dos sonreían y no decían nada, era como si se pudieran comunicar por la mente.

La chica y JungKook se separaron al escuchar la puerta de la cocina abriéndose. Entonces, JiMin pudo apreciar mejor a la muchacha.

Delgada y con bonitas curvas, de ojos azules, cabello negro y piel pálida. Interminables piernas adornadas por un pantalón ajustado color blanco, y arriba, una camisa transparente color celeste.

La chica era hermosa. Parecía una de catálogo de revista, de esas que JiMin compraba cuando iba al supermercado. Obviamente, ella sabía cómo aprovechar su hermosura, porque la camisa no dejaba mucho para imaginar.

Luego, por acto de reflejo, JiMin se miró la ropa.

Los pantalones blancos que llevaba no eran los mejores. Su suéter rosa pálido le quedaba grande, haciendo que las mangas fueran más largas que su brazo y viéndose como un chico tierno. Pero a JiMin no le importaba ser tierno. Le importaba la forma en que JungKook lo mirase, y no se comparaba de ninguna manera a la forma que miraba a la chica.

— ¡Hola! — Saludó la pelinegra aproximándose al castaño. — Soy Nancy.

La muchacha empujó el cabello que le molestaba hacia atrás, sacando en cara a JiMin que tenía unas uñas de muerte.

—Un gusto conocerte.

—Yo... soy JiMin. — Murmuró el chico sin quitar sus ojos de ella. — También es un gusto conocerte.

— ¿Eres amigo de JungKook? — Preguntó Nancy, inclinándose a JiMin. — Supongo que te ha hablado de mí.

—De hecho, no.

JiMin casi quiso sonreír por su respuesta. Se controló.

— ¿Eso es en serio, JungKook? — Nancy apretó los labios cuando miró al mencionado, y este asintió. — Me siento traicionada.

Hye entró a la cocina, sacando a los tres adolescentes de la charla incómoda. Movió sus pies por la habitación y luego de unos segundos, abrió el horno y sacó el pollo con cuidado.

—JungKook tampoco me ha hablado de ti. — Nancy sonrió. — Así que creo que los dos deberíamos sentirnos traicionados.

—Ni siquiera me has contactado, por lo que no puedo conversar contigo y contarte sobre JiMin.

Femenine 여자 "Kookmin"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora