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Los días pasaban demasiado rápido para el gusto de JiMin y JungKook, pero igualmente, esos días no dejaban de ser los mejores para los dos.

Se veían a todas horas, estudiaban juntos, caminaban a la escuela juntos, se iban juntos a casa, y también programaban días de vacaciones juntos.

Las vacaciones de invierno se acercaban, y los dos chicos ya tenían en mente lo que harían en una de esas semanas. Lo habían estado planeando desde hace (por lo menos) unas dos semanas, haciendo lo necesario para que todo saliera como ellos querían.

La madre de JungKook, hace no tanto tiempo, se había comprado una cabaña cerca de la playa, a unos kilómetros de la ciudad. El azabache, ya sabiendo la existencia de esa cabaña, había intentado convencer a su madre para que ella le pasara las llaves durante cinco días. Hye casi lo castiga de tanta presión que recibía por parte de JungKook, pero finalmente cedió al ver las caras que ponía la pareja para que la mujer dijera que sí. Luego, JiMin intentó convencer a su padre para que este le dejase ir, logrando (después de muchos ruegos) lo que él quería.

Se veían como unos días interesantes.

Fue así como, luego de programar todo y con detalles, los dos chicos lograron viajar a la cabaña cerca de la playa.

El viaje duró aproximadamente tres horas en auto, las cuales JiMin y JungKook tuvieron que alargar gracias a que el azabache se encontraba un poco (muy) caliente en el asiento del piloto. Después de ese momento, JiMin pasó el resto del camino con las mejillas sonrojadas e ignorando las sonrisas cómplices que su novio le daba.

Lo primero en que el rubio se fijó al llegar al lugar, fue en la linda cabaña a metros del mar. Era pequeña, de madera y parecía gastada con el tiempo, pero desde adentro, era un lugar acogedor, adornado con alguna que otra foto de la infancia de JungKook.

La cabaña tenía una cocina, una sala de estar, un baño diminuto (apenas caía una ducha y el WC) y dos habitaciones, una más grande que la otra. Los chicos no tardaron en instalar las pocas cosas que habían empacado y luego se cambiaron, para así salir a la playa. Tal y como JungKook describía, la playa era un lugar vacío. Si no fuera porque era un día soleado y JiMin se encontraba con su novio, el rubio estaría muerto del miedo. Pero en ese momento se encontraba con una gran sonrisa, bronceando su pálido cuerpo y viendo al chico azabache jugar en el mar, gritándole que se una a su juego.

— ¡Te terminarás acostumbrando si vienes ahora! —gritó el azabache, luciendo los tatuajes que a JiMin le encantaba apreciar.

— ¡No, gracias! —le devolvió.

JiMin volvió a ponerse sus lentes de sol, y sintiendo una ráfaga de frío, se puso una camisa blanca sin mangas para calentar su cuerpo. Luego se acostó en la toalla tirada en la arena, y cerró los ojos esperando poder dormir.

— ¡Quedarás quemado como un camionero! —exclamó JungKook desde lejos.

El rubio soltó una carcajada.

— ¡No me importa!

Tan solo tuvo que esperar unos segundos para que el sol se fuera de sus brazos y estos quedaran en la sombra, pero esta vez fue provocado por alguien.

—Me tapas el sol — Murmuró JiMin, sin siquiera abrir los ojos.

—No me importa — Respondió la voz que él tanto conocía. — Y vas a ir al mar, ahora.

—No quiero.

—No te estaba preguntando — Los brazos mojados de JungKook rodearon la cintura del rubio y este gritó por la sorpresa, mientras que el azabache levantaba a su novio como si se tratase de una pluma —Vamos a divertirnos, JiMin.

Femenine 여자 "Kookmin"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora