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Hace mucho tiempo que JiMin se encontraba solo, un poco-demasiado borracho.

Lo que JungKook había dicho antes de dejar la cabaña era totalmente cierto; solo un vaso de ese tipo de alcohol te ponía borracho, y digamos que el rubio había decidido tomar cinco de ellos, dejándolo en el lugar donde estaba.

JiMin reía a carcajadas, sin embargo, no tenía ni idea por qué.

Se encontraba sentado en el pequeño sofá de la sala de estar, riendo por lo que una mosca hacía frente suyo.

No pensó que estaba loco, aunque parecía uno.

Se dio cuenta de que las luces de la cabaña se prendían, y no pudo evitar soltar un grito de emoción.

Si las luces se habían prendido, significaba que JungKook había terminado de ver el problema, ¿no? Lo que daba por resultado que el azabache aparecería en la cabaña.

El rubio se levantó del sillón, apagando cada una de las luces y esperando detrás de la puerta de entrada. No supo cuando esperó, pero estaba seguro de que fue mucho tiempo, tanto que casi se queda dormido si no fuera porque percibió el auto de JungKook estacionarse fuera del lugar.

Dio un pequeño salto, y soltó una risa antes de que la puerta fuera abierta por su novio, quien observó la cabaña un poco asustado al encontrar todo apagado.

— ¿JiMin? ¿Estás aquí? — Preguntó, adentrándose al sitio y cerrando la puerta detrás de él.

— ¡Aquí estoy! — Gritó el rubio, saltando a la espalda de su novio.

JungKook dejó salir un grito demasiado femenino para su gusto, y tapó sus ojos con las manos, asimilando lo que había pasado.

—Joder, JiMin, me asusté... — Reguló su respiración.

JiMin rio en su oído, y se bajó de su espalda para así girarse y quedar en frente del azabache.

— ¿Por qué está todo...?

El rubio decidió ignorar lo que JungKook decía, hipnotizado por el movimiento de sus labios al hablar y por la cercanía de sus cuerpos. Sonrió sin poder evitarlo, y se acercó lo suficiente para juntar sus labios, poniendo sus manos detrás del cuello del contrario.

JungKook intentó seguir el beso que JiMin le estaba dando, pero no se sentía como los que normalmente se daban. El sabor a fresa se había ido, y había sido reemplazado por un gusto extraño a alcohol. Se separó casi de inmediato y buscó los ojos que tanto había visto ese último tiempo, encontrándose con unas pupilas dilatadas.

— ¿Bebiste, JiMin? — Preguntó.

—Si te digo que sí, ¿me castigarías?

El azabache rio sin comprender lo que su novio le decía.

— ¿Qué? — No se esforzó en ocultar su confusión.

—Ya sabes. — JiMin mordió su labio y bajó una de sus manos por el torso de JungKook. — Podríamos ir a la habitación y hacer cosas bonitas...

JungKook sonrió, todavía sin saber el porqué de la actitud del rubio. Pero luego se dio un golpe mental por ser tan estúpido, al comprender que JiMin había tomado, y que siempre se ponía un poco más caliente de lo normal.

—No, JiMin. No haremos nada. — Se negó, y quitó los brazos del rubio de su cuerpo, para después comenzar a caminar hasta su dormitorio.

JiMin hizo una mueca de disgusto, mirando la espalda de JungKook desaparecer en la puerta de la habitación. Pero inmediatamente sonrió, y empezó a quitarse los zapatos que se había puesto esa mañana.

Femenine 여자 "Kookmin"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora