"Hay una chica"
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※Shawn
—Señor Mendes, señor Mendes, ¿algo que quiera decir? —decide preguntar un hombre del molesto grupo de reporteros que me sigue mientras camino.
—¿Esto afectará a las decisiones y relaciones que tiene su empresa? —pregunta otro.
—¿Es verdad que su padre estaba envuelto en negocios inapropiados y lo mataron debido a una deuda? —pregunta ahora una periodista que me deja atónito, pero lo que quieren hacer es verme mal y que me muestre débil ante las cámaras para que luego les diga todas sus verdades y mostrarme como el malo.
Sigo caminando y los ignoro, otros cuatro más me hacen preguntas pero yo simplemente continúo hasta llegar a la entrada del juzgado. Me citaron hoy para testificar, y obviamente todas las personas están atentas a esto porque es una de las noticias que más ha movido la ciudad, e incluso el país.
Preferí llegar temprano, así que por eso me quedo en una de las salas de espera. Me levanto por un café y me vuelvo a sentar.
—Buen día, señor Mendes —mi abogado me saluda y me pongo en pie para estrechar su mano.
—Por favor, sientese —le digo—. ¿Cómo está todo?
—No lo tienen como sospechoso, eso ya es bueno. El problema es que puede que saquen razones, de donde no las hayan, para tratar de inculparlo indirectamente. Además de todo, y con todo el respeto que usted se merece, esa gran suma de dinero que usted envió a otra parte hace que luzca un poco mal.
—Gracias por informarme, Hoffman. Aprecio su fidelidad con la compañía, tenga en cuenta que tendrá un reconocimiento.
—Gracias, señor. No tiene por qué preocuparse, solo diga lo que sabe y listo, no puede ser castigado por decir la verdad.
Nos quedamos allí otro rato a la espera de nuestro llamado. Quince minutos después finalmente podemos dirigirnos a la sala que nos indican, y luego de una especie de introducción y explicación del caso por parte del juez, me piden que pase al estrado. Hoffman se levanta, indica quién soy y empieza a hacerme algunas preguntas.
—Shawn... ¿A qué se dedica usted? — el juez mientras tanto revisa unos papeles.
—Últimamente estaba ayudando a mi padre con los negocios de la empresa. Soy economista egresado de Harvard, así que él me permitió terminar mis prácticas allí.
—¿Y en este último mes?
—Estuve viajando por todo el país, viví en Miami la mayor parte del tiempo.
—¿Y qué hizo allí?
—Simplemente quería distraerme un poco —y cogí mucho, y conocí a una chica maravillosa, quiero añadir.
—Según la información proporcionada por el banco, usted envió parte de su herencia a una cuenta en este destino. Quisiera saber a qué se debe esto.
—Una amiga que vive allí necesita ese dinero más que yo.
El juez enarca una de sus cejas y ahora pasa la página de lo que supongo que es un expediente. Hoffman me indica con su mano que debo estar tranquilo.
—¿Era usted cercano a su padre?
—No señor.
—¿Por qué?
—Él siempre andaba pendiente de sus negocios. Crecí bajo el cuidado de diferentes empleadas.
—Pero dice que su padre lo incluyó en el negocio familiar.