III

2K 241 89
                                    



Ya todo estaba listo, incluso ya tenía la talla de preservativos correcta, por lo que podía decir que ya tenía todo para que su primera vez con Iris fuera perfecta.

Ahora sólo faltaba un pequeño gran detalle, que su novia supiera que ya tendrían su primera vez, porque aunque había planeado todo, aún no sabía cómo decírselo de la manera correcta además de que tampoco tenía el coraje para hablarle del tema ya que no quería que ella pensara mal. No Quería que pensara que sólo quería estar con ella por algo como el sexo, por supuesto que no.

Entonces se vio en la penosa necesidad de buscar a una persona que lo pudiera guiar en el asunto para encontrar las palabras ideales y la valentía para poder hablar con su novia.

Pensó en un primer momento en hablar con Buffy, dado que ella era su mayor confidente a quien siempre le contaba todo, absolutamente todo, pero era mujer, lo que dificultaba un poco la situación y le ponía los pelos de punta. Y con Andi  se repetía el mismo conflicto.

Pensó entonces en hablarlo con Marty, pero cuando quiso hacerlo, este nunca parecía tener tiempo para él porque cuando no estaba con su novia estaba practicando algún deporte, al igual que Buffy, razón número cien por la cual eran el uno para el otro.

Pensó también en pedirle ayuda a sus dos  papás pero le resultaba tan incómodo hacerlo, sentía que si lo hacía no podría volver a mirarlos a la cara, además de que la primera vez que hablaron del tema no la pasó nada bien por lo que prefirió ahorrarse el mal rato.

Entonces pensó en hablar con Jonah, como último recurso porque no tenía más alternativa, además de que había tenido muchas novias por lo que quizás lo estaba subestimando y si le era de ayuda, quizás hasta lo sorprendía. Por lo que una tarde después del colegio, lo invitó a La Cuchara, y Jonah desde luego aceptó.

Tomando asiento en frente de su amigo, respiró hondo y le contó de la forma más delicada posible su problema, a lo que Jonah respondió.

—No entiendo.

Y es que Jonah Beck, también era Virgen para sorpresa de Cyrus.

Una semana más tarde, estando sobre su cama, quiso olvidar la idea de tener sexo dado que era obvio que no estaba listo para este y muy posiblemente Iris tampoco lo estaba, pero desde que había investigado sobre el tema no había forma de qué pudiera olvidarse del mismo porque ahora a parte de miedo sentía tanta curiosidad y también ganas de copular. Era un adolescente después de todo.

Tirado boca a bajo sobre su cama, observó la caja de preservativos perfectamente cerrada, que estaba sobre su mesita de noche, entonces recordó al chico que era y a la vez no era farmacéutico, ese chico del que no conocía ni el nombre, era justamente el tipo de persona que necesitaba ahora para poder disipar todas sus dudas dado que parecía bastante extrovertido, que parecía tener mucha soltura a la hora de hablar de sexo, o eso supuso por cada comentario que hizo cada vez que le tocó verlo.

Y como última medida, Cyrus pensó que quizás no estaba tan mal recurrir a él, ¿Qué sería lo peor que le podría pasar? Además no conocía a esta persona, no  sabía nada el uno del otro lo cual también ayudaba a que pudiera expresar todas sus dudas sin el constante temor s ser juzgado.

Esta vez no tomó sus gafas de sol, ni tampoco hizo uso del trasporte público, tomó su automóvil y con la caja de condones en el asiento del copiloto se dirigió a la farmacia, y como era de esperarse esta vez llegó más rápido a ella gracias a su vehículo.

Al estacionarse, respiró hondo y quitó sus manos del volante.

¿Cuándo había sido la última vez que había cometido una locura semejante? Probablemente esta era la primera vez. Y es que él nunca se comportaba así, pero ante situaciones desesperantes había que tomar medidas desesperantes.

—¿Adivino? ¿Necesitas otra caja de condones?

Fue lo primero que Cyrus oyó al entrar a la farmacia.
—No exactamente.

Y le mostró la que ahora tenía en mano.
—¿Qué pasó con los lentes de sol? ¿Se dañaron?

Era una lástima.

—En realidad venía porque necesito tu ayuda—y colocó la caja de preservativos sobre el mostrador.

Thelonious sonrió.

—¿Quieres estrenarla conmigo? Vaya.

Sus bromas eran tan malas, pensó Cyrus.
—No exactamente.

—Bien, te escucho.

—Quiero entender como usar estos y también como se supone que le debo decirle a mi novia que quiero tener sexo.
En ese momento, Thelonious se despidió de la heterosexualidad de su cliente, era una suerte para este que él fuera bisexual o de lo contrario no podría ayudarlo.
Hacia tanto que no se divertía como era debido, que sin pensarlo aceptó a ayudar al chico que había perdido por su ayuda, entonces con toda la naturalidad del mundo, caminó hasta la puerta del lugar para cerrar con llave esta ya que estaría tan ocupado ahora.

Cyrus se sorprendió por su actitud pero no dijo nada al respecto ya que esperaba que el de mirada verde supiera lo que hacía por lo que cuando este le pidió que lo siguiera obedeció sin chistar. Entonces fue conducido a la habitación que funcionaba como bodega de almacenamiento  para los medicamentos del lugar.

—Lo que aquí pase, aquí se queda. Tú no dices nada y yo tampoco lo hago.

Entonces todos salían ganando.


La incomodidad y tú [Tyrus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora