XXIV

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Cyrus examinó los muffins de chispas de chocolate, que su novio había hecho para él y para su sorpresa estos se veían sumamente apetitosos y es que aunque no lo sabía, al que era su pareja le había costado mucho llegar a aquel grado de perfección, en donde todo lo que preparara quedará realmente bien, porque él no lo diría e Iris tampoco lo contaría, (porque había prometido gran discreción), pero al basquetbolista estrella de su colegio, le había costado varias quemaduras y ampollas, poder cocinar tan delicioso como hacía ahora.

Iris había sido su profesora en cocina y no se quejaba de ella porque además de que había sido muy paciente con él, a pesar de que casi quemaba por completo su cocina, le había enseñado a cocinar varios de los platos favoritos de Cyrus. Y estaba felíz por ello, porque como bien decía el dicho no había mejor forma de llegar al corazón de un hombre, que manteniendo contento su estómago, aunque para ser más exactos, no quería el corazón de su chico Muffin, puesto que este ya lo tenía, lo compartia con Iris claro, pero era un 50% para cada uno así que podía decirse que estaba satisfecho, y era así el porque él iba por algo más allá del campo sentimental. Quería y deseaba tanto pero tanto tener sexo que aunque Cyrus ya había dejado en claro su punto de vista con respecto a este, no pensaba dar su brazo a torser. 

Cyrus debía estrenar su bisexualidad con él.

—Están buenos.

Felicitó mientras se devoraba el primer muffin.

—Están realmente buenos.

Confesó cuando probó el tercer muffin.

TJ le sonrió y agradeció sus palabras.

—Están deliciosos.

Confesó devorando sin parar el postre que su novio había hecho para él. Pero cuando miró  la bandeja que contenia tal postre, se percató de que sólo quedaban unos pocos ya que se había comido la mayoría mientras que TJ no había probado ninguno y sólo lo observaba comer mientras escuchaba sus elogios.

Entonces una descabellada idea se cruzó por su mente, provocando que dejará de comer.

—¿Planeas engordarme para después comerme?

Preguntó temeroso, recordando el cuento de Hansel y Cretel.

El basquetbolista rio con ganas al oírlo ¿De dónde sacaba tanta imaginación? Su vida no se basaba en un cuento infantil.

—¿Haces esto para tener sexo?

TJ dejó de reír e intentó sonar serio y nada mentiroso.

—No. Definitivamente no—la mirada de Cyrus sobre la suya lo ponía tan nervioso que incluso sentía que no podía mentir—no, no, no...bueno sí.

Admitió con vergüenza.

—¡Lo sabía! Era tan obvio.

—¿Lo era?

Preguntó sorprendido.

—Vi el lubricante en tu habitación. Era nuevo, era obvio que no tenía uso.

TJ se relajó al oír sus palabras, y es que no todo estaba perdido o al menos eso creía.

—Eso no significa nada.

—Vi los condones también.

—Aún así no…

Fue interrumpido sin remedio.

—Toda tu habitación está arreglada como si fuéramos a tener sexo.

Y es que cuando quería no era nada tonto. Por Dios había tenido que vivir por mucho tiempo con cuatro adultos totalmente diferentes, como sus papás y eso le había enseñado mucho, por ejemplo, cuando alguien mentía tan mal como lo hacía su novio.

—¿Entonces tendremos sexo?

Cyrus sonrió al oírlo.

—¿Todavía crees en los Reyes magos?

Cuestionó con sarcasmo.

—Sí, por supuesto que sí.—Alegó un ofendido basquetbolista—¿Por qué la pregunta? 

Cyrus quiso llorar con ganas ¿Por qué siempre le pasaban las cosas más extrañas? ¿Había sido maldecido acaso? Estando muy molesto caminó hasta el comedor de la casa para posteriormente regresar a la cocina con su mochila en mano, de la misma sacó un caja de un tamaño mediante grande, la misma estaba envuelta por un papel de regalo, así que TJ la aceptó con una gran sonrisa adornando su rostro para después romper dicho envoltorio y ver su regalo. Entonces el basquetbolista, creyó que sí debía tomar en serio el consejo de Leslie, la mamá de su novio.

—¿Qué significa esto…? 

Preguntó examinando la caja y ver que efectivamente, su novio le acababa de regalar una muñeca inflable.

—Ella será mi sustituta.

Y por tanto con ella podía hacer lo que se le diera en gana.

Y mientras sonreía victorioso, devorando otro muffin, TJ quería llorar y no de emoción precisamente.

La incomodidad y tú [Tyrus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora