Capítulo 14

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Resulta que Eva, la madre de los niños que cuido, está enferma del estómago y se ha tenido que quedar ingresada en el hospital durante unos días, lo que resulta en yo quedándome a tiempo completo con los niños excepto los ratos que viene su padre a verlos o van a visitar a su madre. Ayer, tuve que llevar a los niños a jugar al parque mientras su padre guardaba los regalos que había comprado en su armario, y yo tengo que ponerlos debajo del árbol esta noche. Estoy demasiado ilusionada por esta tontería porque nunca lo he vivido desde el otro punto de vista.
Saco de la bañera a Elsie y Simon, que están completamente arrugados por todo el rato que llevan jugando ahí dentro, y los envuelvo en una toalla. Por suerte, Birdie ya se ducha sola y solo me pide que le desenrede el pelo y se lo seque. Si no fuera porque Birdie ha decidido hacerme la vida más fácil (a ratos) y ayuda a sus hermanos a vestirse o a comer, yo probablemente habría muerto el primer día. 

Me siento muy mal por los niños, que van a tener que pasar esta noche sin sus padres, y no quiero hacérselo pasar aún peor, así que les pido pizza para cenar. Ya llevan unas cuantas noches conmigo pero yo prácticamente no hago nada, solo los acuesto a los tres juntos en la cama de sus padres y no se mueven en toda la noche excepto para algún viaje nada discreto al baño. Estoy acabando de secar el pelo de Elsie cuando pican a la puerta y Birdie va corriendo a abrir.

—¡Quieta donde estás! —grito antes de que baje el primer escalón pero comienza a correr por las escaleras conmigo siguiéndola por detrás. Por suerte la alcanzo y la cojo en brazos antes de que llegue al pomo de la puerta—. Hola, muchas gracias —digo con una sonrisa al repartidor, le doy su dinero y Birdie se lanza a por la pizza. Cuando cierro la puerta le doy dos vueltas a la llave y pongo los dos pestillos, solo por si acaso.

—¡Pero así no podrá entrar Papá Noel! —replica la niña.

—Entrará por la ventana. —Le quito la pizza y comienzo a cortarla en trozos para los niños, incluidos los dos pequeños a los que acabo de dejar solos arriba. Mierda.

—No cabrá, está demasiado gordo. 

—Mandará a los elfos. —Comienzo a subir los escalones de dos en dos y me los encuentro sentados donde los había dejado— Vamos a cenar. —Les doy la mano a los dos y bajamos las escaleras muy despacio, al final la que acabe ingresada en el hospital seré yo, de un infarto.

~·~·~·~·~·~·~·~·~

—Tenemos que dejar diez galletas, una para Santa Claus y una para cada uno de los renos —afirma Birdie, aunque creo que es más bien una orden para que no se lo impida.

—Muy bien. —Ayudo a Simon a llenar un vaso de leche para Santa Claus mientras Elsie nos mira desde su trona.

—Pero de las de papá, que no nos gustan a nosotros. —Esta niña es demasiado inteligente, no puedo evitar reírme con ella.

—Vale, de las de papá. —Simon lleva con mucho cuidado el vaso de leche a la mesa del salón, y Birdie coloca a su lado el plato. Mientras ellos discuten la distribución, yo voy a cambiarle el pañal a Elsie y preparo el que le pondré a Simon. Prefiero evitar desastres y más aún en la cama de sus padres.

Al fin consigo que los tres se acuesten y bajo al salón a esperar un par de horas para asegurarme de que están dormidos. 

"¿Cómo va?" pregunto a Mercy en un mensaje. No quiero encender la televisión para que no la oigan desde arriba pero me aburro muchísimo y no me apetece levantarme a por los auriculares.

"Aburridísimo, seguimos cenando, ¿y tú?" me contesta al segundo, muestra de que está aburrida de verdad.

"Acabo de acostarlos."

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