Jamás dejes que te vean llegar

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Al fin había terminado el dia, Lucio habia llegado a su nuevo departamento, abrio la puerta, se dirigió a la sala, agarro un paquete de cereales y se sento a leer como todos los dias.

Su padre casi nunca estaba y ya se había acostumbrado a la soledad y al silencio de la casa, de los departamentos, de todos los lugares en los que vivió. Sin embargo por un momento sintió una presencia detrás, volteo a ver y el estaba ahi, su padre, sentado en un sillón de algarrobo muy ostentoso que se encontraba en una esquina de la sala donde casi no llegaba la luz, de hecho, no era posible ver mas nada que una silueta

—No seas demasiado engreído muchacho, sin importar lo bueno que seas y jamás dejes que te vean llegar, eso lo arruina hijo mío. Debes mantenerte siempre pequeño, inocuo, debes perseverar siempre párvulo ante los ojos de la ley, ser el tímido del rebaño. Mírame a mi, subestimado desde el principio, nunca pensarías que soy un amo del universo, verdad? sabes lo que te falta? te falta lo que yo tengo. Tengo la nariz metida hasta en el más insignificante de los detalles, soy una sorpresa Lucio, nunca me ven llegar.

—Pensé que estabas trabajando, no hay algo interesante hoy? —preguntó Lucio sin demostrar interés por las palabras de su padre, a decir verdad, nunca lo hacía.

Su relación era bastante compleja, como si se tratase de dos personas que sólo están conectadas por un fin en común pero que de no ser por eso, ninguno de los dos compartiría algo, mucho menos sentimientos.

—Siempre estoy trabajando hijo mío, incluso cuando no hago nada, en fin, no es muy buena idea llamar la atención con tus aires de intelecto superior, supuse que a esta altura ya lo habrias comprendido. Ya tienes a todos sorprendidos y vaya, solo has ido dos dias!. A este paso te cambiaras de colegio mas rápido de lo acordado
—comentó su padre mientras hacia girar una cuchara en lo que, al parecer, era una taza de café, o de té.

—Si, supongo que tienes razón aunque a veces no puedo evitarlo, siento como si el aburrimiento me ahogara y de algún modo, participar hace que las horas pasen mas rápido —respondió Lucio mientras daba vuelta la pagina de un libro tan viejo como el mundo mismo.

—Oh el aburrimiento! si no habré hecho cosas y cometido tantos errores por el aburrimiento, a veces, puede ser el peor enemigo del hombre como asi también, el impulso motor de su gran ingenio.

El padre de lucio se levantó y camino hasta la mesa, dejo la taza justo al lado del libro que leia Lucio, dio la vuelta y camino hasta la salida y justo antes de salir, comentó:

—Por momentos me haces recordar a tu madre, siempre mostraba total desinterés por su entorno, no respondia a su nombre y evitaba en todo momento el contacto visual, a veces se quedaba mirando un punto fijo como si estuviese hipnotizada. Era bastante rara, pero no tanto como para alejarme de ella.
Piensa en lo que te dije y cuidate del viejo Gordon, ese anciano esta protegido por los idiotas, hasta pronto.

Y como por arte de magia, Lucio se encontraba solo de nuevo, ni siquiera se escucho el ruido de la puerta aunque eso ya no le llamaba la atención y se podria decir, que ya estaba acostumbrado al estilo misterioso de su padre, sin embargo, habia detenido su lectura por un momento, algo que le dijo lo dejó pensando. "Con que esta protegido", murmuró, entonces eso era. Y continuó leyendo.

El secreto de Lucifer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora