Durante la mayor parte de su existencia, Lucio se limitó a cursar los últimos dos años de preparatoria en incontables ocasiones y una vez que pasaban dos o tres años, como máximo, cambiaba su lugar de residencia actual para de esa manera, evitar relaciones o vínculos considerables y sobretodo mantener a salvo la peculiaridad de su naturaleza.Baaldom en cambio, al ser más impulsivo y egocéntrico, recorría el mundo destruyendo cuál obstáculo se cruzase impidiendo saciar sus deseos lujuriosos, sentía que era un ser superior y que no tenia por qué esconderse.
Tanto Lucio como Baaldom deambularon por estas tierras mucho tiempo más de lo que les hubiese gustado imaginar, o presenciar. Ambos no envejecieron después de cumplir aproximadamente los 20 años y a decir verdad, ninguno recordaba su edad real.
A pesar de las personalidades totalmente diferentes, había algo en particular que los distinguía, y eso, era la sangre. Mientras que Lucio poseía la capacidad de curar heridas, detener enfermedades y demás, una sola gota de la sangre de Baaldom bastaba para intoxicar hasta la muerte a un ser humano de mediana edad, y dos o más para uno adulto promedio.
—Que viniste a hacer aquí?
—preguntó Lucio—Un poco de todo hermano, a pasar el rato, divertirme, apreciar como las personas suplican por su vida hasta el último suspiro oh esa parte me encanta, y salvar tu vida entre otras cosas
—sonrió——Salvarme? No me hagas reír, Desde cuando te importa mi vida?
—De hecho, desde hace unos pocos días cuando descubrí por qué siempre te han buscado querido hermano —respondió Baaldom en tanto observaba a una mujer que bailaba sola en medio de la pista.
—Ilumíname Baaldom, que sabes ahora que yo no? —preguntó—
—No te quieren muerto idiota, ni "desterrado de esta tierra" como dices, al contrario, te desean mas vivo que nunca. Para que lo entiendas de alguna manera, te ven como un contenedor de infinita sangre mágica —reveló—